22 de junio de 1967 ESCRITOS MARGARITA. LAP.
Jesús:
Me quieres, hija mía?
Margarita:
Oh Señor, si te quiero! Me parece que tengo en mi la impetuosidad de Pedro y el fervor de Juan, tu discípulo preferido.
Sin embargo, todo amor en esta tierra es imperfecto, y mi corazón se da cuenta de toda su incapacidad para quererte bien. Y el mundo esta lleno de seducciones.
Aunque mi alma este libre de tantas bagatelas, no puede decirse todavía completamente capaz de abandonarse a lo que la cautiva y la atrae tan poderosamente. Yo creo que hay que llevar esta cruz: conocer y amar su propia miseria hasta el final.
Verdaderamente la humanidad no podrá jamás alcanzarse hasta tu nivel, Dios mío. Y si te queremos, sabemos que solo tu infundes, solo tu das.
Sin ti nada es posible, y tu socorro perpetuo es necesario para ser infiel a tanta bondad, a tantas gracias.
Pero tu bajas con tanto amor a este abismo de miseria que somos, para amarnos y darte a nosotros, en la recepción del pan de los Ángeles. Misterio de amor demasiado profundo para nuestro entendimiento; sin embargo, llegamos a comprenderlo gracias a sus efectos benéficos en nuestra pobre alma.
…
Jesús:
Le das entonces una advertencia maternal, preocupándote de volverlo a meter en el buen camino.
El te escucha… o no te hace caso. Entonces, hay que castigarle. Y esto, a pesar de todo el dolor que te puede causar.
Es lo que hago con vosotros, amados míos, y, a pesar de mi tristeza, tengo que corregiros.
Me escuchareis al fin?
Cuando cantaran las naciones la alabanza y la gloria de mi Santo Nombre?
Cuando olvidaran sus desacuerdos para acordarse mas de su Dios? Para unirse y amarse con un único y mismo amor?
Ellos desean la felicidad y la buscan donde no se encuentra.
No encuentran sino disgustos.
Y es porque no acuden a la Fuente de todo bien.
El tiempo no existe para mi.
Y para ellos?
Y después?