TRADICION VERSUS MODERNISMO.

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129. 27/10/12 De María Stmª. ORAD POR LOS MODERNISTAS

Queridos hijos: No os vayáis tras los modernistas, ni lo intentéis siquiera, porque os digo que en tal caso, Cristo, Mi Hijo, no os servirá de nada. Yo, María, vuestra Madre, os instruyo.
Lo mismo que dijo San Pablo, que si se circuncidaban los bautizados de aquél tiempo, Cristo no les serviría de nada, (Ga. 5, 2) y tendrían que seguir la Ley.
Y es que el Modernismo es muy sutil, síntesis de todos los errores, y su esencia última es el pecado de Adán y Eva, creerse autosuficientes, mirar al hombre, dando la espalda a Dios. Aún no se os sugieren divorciando fe y razón, sino haciéndose simpáticos, mostrando su prestigio y lo mucho que hacen a favor de la Iglesia… ¿? Vosotros, hijos, huid de todo tipo de honores, distinciones y de ser conocidos. Las buenas obras que hagáis, sean en lo posible conocidas sólo de Dios.
Y si no entráis en su rueda, os perseguirán. Amad, pues, a vuestros enemigos, (Lc. 6, 27) que aún pueden salvarse. Rezad por ellos el Credo muy despacio, con intención que aumente su fe y la vuestra, y manteneos firmes en todo aquello que os fue entregado para salvaros, la Sagrada Escritura no deformada, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, encíclicas papales, ejemplo vivo del Papa, y Catecismo.
La postura, pues, vuestra, ha de ser de oración constante. ¿No os parece que éstos, con su verborrea nerviosa, obran contra conciencia? ¿y que no les habéis visto horas de Sagrario, pero las cuentan…? No juzguéis, no os fiéis y abandonaos a Mi Hijo y a Mi Esposo el Espíritu, que está en vuestros corazones. Escuchadle en silencio todas sus celestiales inspiraciones y os llevará a la Verdad plena (Jn. 16, 13). ¿A que es imposible dudar de Dios viendo las maravillas de la naturaleza? Pues lo mismo, si procuráis estar en gracia y hacer siempre el bien, el Espíritu obrará maravillas en vuestra alma y estaréis firmes, no dudaréis, pedid esta gracia instantemente y la fuerza para tratar con amabilidad y dulzura, con buen ejemplo, a los ciegos que esto no ven. Un ciego guía a otro ciego (Mt. 15, 14). No puede guiar a otro que ve. Confianza, hijos.
Acabo. Yo os bendigo como Madre vuestra, y pido fortaleza en la fe y en la voluntad a Mi Esposo para todos vosotros. Quedad en paz. Así sea.

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