SANTA GERTRUDIS.

EXHORTACIÓN A OÍR LA MISA CON DEVOCIÓN
En el domingo de “Gaudete”, cuando Sta. Gertrudis se preparaba para comulgar en la primera Misa, que comienza con el “Rorate”, se quejó a Nuestro Señor de que no podía oír la Misa; pero Nuestro Señor, que se compadece de los afligidos, la consoló, diciéndole: “¿Amada Mía, deseas que Yo diga Misa para ti? Así pues, ella, completamente extasiada, dijo: “Oh, Amado de mi alma, lo deseo verdaderamente, y yo, ardientemente te suplico que me concedas este favor.” Al instante, el Sr. entonó el “Gaudete in Domino Semper”, con un Coro de Santos, para incitar a esta alma a alabar a Dios y alegrarse en El Señor; y cuando Él se sentó en Su Trono Real, Sta. Gertrudis se echó a Sus Pies y los abrazó. Luego Él cantó el “Kyrie Eleison” en voz alta y clara, mientras dos de los príncipes del Coro de los Tronos tomaron su alma y la llevaron delante de Dios Padre, donde permaneció postrada.Al primer “Kyrie Eleison”, Él le concedió la remisión de todos los pecados que ella había cometido por causa de su fragilidad humana, después de lo cual, los Ángeles la levantaron quedando ella arrodillada. Al segundo “Kyrie Eleison”, Él le perdonó sus pecados de ignorancia, y fue alzada por estos príncipes, de modo que quedó de pie delante de Dios. A continuación dos Ángeles del Coro de los Querubines la llevaron al Hijo de Dios, quien la recibió con extraordinaria Ternura. Al primer “Christe Eleison”, los Santos ofrecieron a Nuestro Señor, todos las dulzuras de los afectos humanos, devolviéndoselos a Él, por ser Él Su Fuente; y hubo un maravilloso influjo de Dios dentro del alma de Santa Gertrudis, y del alma de ella dentro de Dios, de modo que durante las notas descendentes, las inefables delicias del Corazón Divino fluyeron dentro de ella, y durante las notas ascendentes, las alegrías del alma de ella fluyeron de vuelta hacia Dios. Al segundo “Christe Eleison”, el Hijo de Dios extendió Sus Manos y le otorgó a ella todos los frutos de la Santísima Vida y de las Enseñanzas de Nuestro Señor.Después de esto, dos Ángeles del Coro de los Serafines la presentaron al Espíritu Santo, Quien penetró las tres potencias de su alma. Al primer “Kyrie Eleison”, Él iluminó el entendimiento de ella con la Gloriosa Luz de la Sabiduría Divina para que pudiera conocer, siempre, Su Divina Voluntad, con perfección. Al segundo “Kyrie Eleison”, Él fortaleció la parte irascible del alma de ella, para resistir todas las maquinaciones de sus enemigos, y para vencer todo mal. Al último “Kyrie Eleison”, Él inflamó el amor de ella para que pudiera amar a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas. Fue por esta razón por lo que el Coro de los Serafines, que es el orden más elevado de las Huestes Celestiales, la presentó al Espíritu Santo, Que es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, y por lo que los Tronos la presentaron a Dios Padre, manifestando que El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo son un solo Dios, Iguales en Gloria, Coeternos en Majestad, Trinidad Perfecta, que Vive y Reina por los siglos de los siglos.Posteriormente, El Hijo de Dios se levantó de Su Trono Real, y, volviéndose hacia Dios Padre, entonó el “Gloria In Excelsis” con una voz sonora y clara. A la palabra Gloria, Él Ensalzó la Inmensa e Incomprensible Omnipotencia de Dios Padre; a las palabras “In Excelsis”, Alabó Su Profunda Sabiduría; a la palabra “Deo”, Honró la Inestimable e Indescriptible Dulzura del Espíritu Santo. Inmediatamente toda la Corte Celestial, continuó con voz armoniosísima, “Et in terra pax homininbus bonae voluntatis”. Santa Gertrudis, meditando sobre su propia bajeza, se sentó a los Pies de Nuestro Señor que había vuelto a sentarse en Su Trono, y Él se inclinó amorosamente hacia ella; ella se levantó y se quedó de pie delante de Él mientras el Divino Esplendor la iluminaba en todo su ser. Y dos Ángeles del Coro de los Tronos trajeron un trono magníficamente adornado, que colocaron delante de Nuestro Señor; dos príncipes del Coro de los Serafines instalaron en él a Santa Gertrudis, y la sostuvieron desde ambos lados, mientras dos del Coro de los Querubines estaban de pie delante de ella, sosteniendo antorchas luminosas; y así permaneció ella delante de su Amado, ataviada con vestiduras reales de púrpura. Cuando las Huestes Celestiales llegaron a las palabras “Domine Deus Rex Caelestis”, se detuvieron, y el Hijo de Dios continuó solo, cantando para el Honor y Gloria de Su Padre.A la conclusión del “Gloria In Excelsis”, el Señor Jesús, que es Nuestro Verdadero Sumo Sacerdote y Pontífice, se volvió hacia Sta. Gertrudis, diciéndole: “Dominus Vobiscum, dilecta” –“que el Sr. esté contigo, amada”; y ella respondió, “Et spiritus meus Tecum, Praedilecte”- “Y pueda mi espíritu estar Contigo, oh Mi Amado”. En ese momento ella se inclinó hacia el Señor para darle las gracias por Su Amor, al haber unido el espíritu de ella a la Divinidad de Él, que tiene sus delicias en los hijos de los hombres. El Señor, entonces, leyó la “Collecta”, “Deus, qui hanc sacratissimam noctem”, que Él concluyó con las palabras: “Per Iesum Christum Filium Tuum”, como si estuviera dando gracias a Dios Padre por haber iluminado el alma de Santa Gertrudis, cuya insignificancia estaba indicada por la palabra “noctem” (noche), que fue llamada “sacratísima” porque ella había sido maravillosamente ennoblecida por el conocimiento de su propia bajeza.Acto seguido, El Evangelista San Juan se levantó y se quedó de pie entre Dios y el alma de ella. Estaba adornado con un ornamento amarillo cubierto con águilas doradas. Comenzó con la Epístola “Haec est sponsa”, y la Corte Celestial concluyó: “Ipsi Gloria in saecula”. Luego todos cantaron el “Gradual Specie Tua”, añadiendo el Versículo “Audi filia et vide”. Después de esto comenzaron el “Alleluia”. San Pablo, el gran Doctor de la Iglesia, señaló a Sta. Gertrudis, diciendo: “Aemulor enim vos” – “Yo estoy celoso de ti” (2 Cor. Xi, 2); y el Coro Celestial cantó la prosa: “Filiae Sion exultent”. A las palabras “Dum non consentiret”, Sta. Gertrudis recordó que ella había sido un poco negligente en resistir a las tentaciones, y se cubrió el rostro, avergonzada; pero el Señor, que no podía soportar el ver la confusión de su casta reina, cubrió su negligencia con un collar de oro, por lo que ella apareció como si hubiera ganado una gloriosa victoria sobre todos sus enemigos.Enseguida, otro Evangelista comenzó el Evangelio “Exultavit Dominus Iesus”, y estas palabras conmovieron el Corazón de Jesús tan profundamente que Él se levantó, y extendiendo Sus Manos, exclamó en voz alta: “Confiteor Tibi Pater”, manifestando la misma Acción de Gracias y Gratitud hacia Su Padre, que cuando Él pronunció estas mismas palabras en la tierra, dando gracias especialmente por las gracias derramadas sobre esta alma. Después del Evangelio Él Señor quiso que Sta. Gertrudis hiciera una pública profesión de Fe, recitando el Credo en el nombre de toda la Iglesia. Cuando terminó, el Coro cantó el ofertorio, “Domine Deus in simplicitate”, añadiendo “Sanctificavit Moyses”. Al momento, El Corazón de Jesús apareció como un Altar Dorado, que Brillaba con un Resplandor Maravilloso, sobre El Cual, los Ángeles Custodios ofrecieron las buenas obras y oraciones de sus custodiados. Y los Santos se acercaron y cada uno ofreció sus méritos para la eterna alabanza de Dios, y para la salvación de Sta. Gertrudis. Los príncipes angélicos que estaban encargados de la Santa, se acercaron a continuación y ofrecieron un Cáliz de Oro, que contenía todas las pruebas y aflicciones que ella había soportado, tanto en el cuerpo como en el alma, desde su infancia; y el Señor Bendijo el Cáliz con el Signo de la Cruz, así como el Sacerdote lo bendice antes de la Consagración.Ahora Él entonó las palabras “Sursum Corda”, y todos los Santos fueron llamados hacia delante, y aplicaron sus corazones en forma de pipas doradas, al Altar Dorado del Divino Corazón; y de lo que rebosaba del Cáliz que El Señor había consagrado por medio de Su Bendición, ellos recibieron algunas gotas para incremento de sus méritos, gloria y eterna bienaventuranza.El Hijo de Dios, entonces, cantó el “Gratias Agamus” para la Gloria y Honor de Su Padre Eterno. En el Prefacio, Él permaneció en silencio durante una hora después de las palabras “Per Iesum Christum”, mientras que las Huestes Celestiales cantaban el “Dominum Nostrum” con júbilo inefable, declarando que Él era Su Creador, Redentor, y El Que recompensaba todas las buenas obras de ellos, y que sólo Él merecía el Honor y la Gloria, la Alabanza y la Exaltación, el Poder y el Dominio, de todas, y sobre todas las criaturas. A las palabras “Laudant Angeli”, todos los Espíritus Angélicos corrieron de acá para allá excitando a los habitantes del Cielo a cantar las Divinas Alabanzas. A las palabras “Adorant Dominationes”, El Coro de las Dominaciones, se arrodilló para adorar al Señor, declarando que sólo ante Él, debía doblarse toda rodilla, tanto en el Cielo, como en la tierra, como debajo de la tierra. A las palabras “Tremunt Potestates” el Coro de las Potestades se postró ante Él para declarar que sólo Él debería ser adorado; y a las palabras “Caeli Cealorumque”, alabaron a Dios junto con todos los Coros Angélicos.De inmediato todas las Huestes Celestiales cantaron juntos en armonioso concierto, el “Cum quibus et nostras”; y la Virgen María, La Rosa Mística del Cielo, que es la más santa de todas las criaturas, cantó el “Sanctus, Sanctus, Sanctus”, ensalzando con la Mayor Gratitud, por medio de estas tres palabras, La Incomprensible Omnipotencia, La Sabiduría Inescrutable y La Inefable Bondad de La Eterna Santísima Trinidad, incitando a todos los Coros Celestiales a alabar a Dios por haberla hecho a ella la más poderosa después del Padre, la más sabia después del Hijo, y la más buena después del Espíritu Santo. Acto seguido los Santos continuaron el “Domine Deus Sabaoth”.Cuando esto terminó, Sta. Gertrudis vio a Nuestro Señor levantarse de Su Real Trono y presentar Su Sagrado Corazón a Su Padre, Elevándolo con Sus Propias Manos, e Inmolándolo de manera inefable, por toda la Iglesia; en ese preciso instante la campana sonó en la Iglesia para la Elevación de la Hostia, por lo que parecía como si Nuestro Señor hiciera en el Cielo lo que los Sacerdotes hacían en la tierra; pero la Santa ignoraba completamente lo que estaba pasando en la Iglesia, y qué hora era. Como ella continuaba extasiada por tantas maravillas, Nuestro Señor le dijo que recitara el “Pater Noster”. Cuando concluyó, Él lo aceptó recibiéndolo de ella, y le concedió que por este “Pater Noster” se cumplirían todas las cosas que habían sido cumplidas siempre por la salvación de la Iglesia y por las almas del Purgatorio. Inmediatamente Él le sugirió a Sta. Gertrudis que rezara por la Iglesia, lo cual hizo, con el mayor fervor, por todos en general, y por cada uno en particular; y el Señor Unió la oración de ella a las que Él había ofrecido personalmente cuando estaba en carne mortal, para que fueran aplicadas a la Iglesia Universal.En esto ella exclamó: “Pero, Señor, ¿Cuándo voy a comulgar?”. Y Nuestro Señor Se Dio en Comunión, Él Mismo, a ella, con un Amor y una Tternura que ningún ser humano podría describir, por lo que ella recibió el fruto perfecto de Su Sacratísimo Cuerpo y Sangre. Después de esto Él cantó un cántico de Amor para ella, y le declaró que aunque esta Unión de Él con ella, hubiera sido el único fruto de Sus Sufrimientos, Sus Penas y Su Pasión, Él se habría sentido plenamente satisfecho. ¡Oh, Inestimable Dulzura de la Divina Condescendencia, que se regocija de tal modo en los corazones humanos, hasta el punto de considerar Su Unión con ellos, suficiente compensación por todas las amarguras de Su Pasión! Y más aún, ¡qué es lo que no le deberíamos nosotros a Él, aunque hubiera derramado por nosotros, una sola gota de Su Preciosa Sangre!Posteriormente Nuestro Señor cantó el “Gaudete iusti”, y todos los Santos se regocijaron con Sta. Gertrudis. Luego Nuestro Señor dijo, en el nombre de la Iglesia Militante: “Refecti sibo”; por último, Saludó Amorosamente a todos los Santos, diciendo: “Dominus vobiscum”, y en ese instante incrementó la gloria y el gozo de todos los bienaventurados. Los Santos y los Ángeles cantaron, para el “Ite Missa est”, el “Te Decet Laus et Honor Domine”, para la Gloria y Alabanza de la Mística y siempre Serena Trinidad. El Hijo de Dios extendió Su Augusta Mano y Bendijo a la Santa, diciendo: “Yo te Bendigo, oh hija de La Luz Eterna, con esta Bendición Especial, concediéndote este favor: que siempre que desees hacer el bien a cualquier persona de tu especial devoción, ellas serán tan beneficiadas en relación a las demás como lo fue Jacob respecto a Esaú cuando recibió la bendición de su padre”.Querido lector, si Nuestro Señor te hubiera favorecido, aunque sólo hubiera sido una vez, con esta visión, ¡cuán extraordinaria no sería tu devoción al oír la Misa! ¡Ah!, querido lector, nuestra visión debe ser nuestra Fe; la Fe es la mejor de todas las visiones, porque no está sujeta a ninguna ilusión. A la luz de una Fe viva, tú verás en cada Misa todas estas maravillas de la Divina Omnipotencia, Sabiduría y Bondad, que Sta. Gertrudis vio. Fr. Michael Muller, C.S.S.R., “La Sagrada Eucaristía: Nuestro Mayor Tesoro”. 22 de octubre de 1867.

10 comentarios sobre “SANTA GERTRUDIS.

  1. QUE INCOMPRENSIBLE AMOR ENCIERRA ESTA EXPRESION DIVINA: YO, LO HE HECHO TODO, DECIA JESUS S SANTA GERTRUDIS, PARA MANIFESTAR EN LA EUCARISTIA LA TERNURA DE MI BONDAD. SI REHUSAN LA ALMAS EL CONSIDERAR CUAN DULCE SOY, PODRIAN A LO MENOS ABRIR LOS OJOS Y MIRAR COMO ME ENCARCELO EN UN PEQUEÑO COPON Y BAJO QUE HUMILDE AP…ARIENCIA ME ADELANTO HACIA EL HOMBRE. DE ESTE MODO EN LA EUCARISTIA MI MISERICORDIA APRISIONA PLENAMENTE A MI JUSTICIA Y MI MISERICORDIA ES LA QUE PRETENDO MANIFESTAR EN ESTE SACRAMENTO. (EL CORAZON DE SANTA GERTRUDIS)

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  2. Santa Gertrudis de Helfta, llamada la grande, nació en Eisleben (Turingia) en 125…6. Entró al monasterio a los 5 años con
    las monjas Cistercienses de Helfta (Sajonia). La abadesa Gertrudis de Hackerbon la acogió de niña porque había
    quedado huérfana. A los 25 años, en 1281, tiene su primera manifestación divina. Empezará a escribir en latín por un
    impulso interior y escuchando la voz de Jesús que quiere hacer conocer sus escritos. Hacia el 1284 recibe los estigmas
    invisibles. A los 45 años, poco antes de morir recibe también el regalo de la herida, o flecha de amor, en el corazón.
    Recorrió en modo maravilloso el camino de la perfección, dedicándose a la oración y contemplación, empleando su cultura
    para la redacción de sus textos de fe, entre ellos el celebre «Exercitia» y el que es tal vez uno de sus libros más famosos,
    las «Revelaciones». Es recordada entre las iniciadoras de la devoción al Sagrado Corazón, la primera en trazar una
    teología, pero sin el tema de las reparaciones que luego será dominante. Ejerció una gran influencia en su tiempo porque
    la fama de su Santidad y de sus visiones atraía a muchos para pedir consejo y consuelo.

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  3. El Ave María De Oro
    Ave María, blanco lirio de la gloriosa y siempre-serena Trinidad.

    Salve brillante Rosa del jardín de los deleites celestiales: ¡O Vos, de quien Dios quiso nacer en este mundo, y de cuya leche el Rey del Cielo quiso ser nutrido! ¡Alimentad nuestras almas con las efusiones de la Gracia Divina. Amén!

    «A las almas que en vida me hayan saludado con esta oración, me apareceré con gran resplandor en la hora de la muerte. Además, cuando el alma se separe del cuerpo, me manifestaré con hermosura tan espléndida, que el alma sentirá un gran consuelo. En ese instante, experimentará algo semejante a las delicias del Paraíso.»

    Palabras de la Santísima Virgen María a Santa Gertrudes al Mayor.
    (De las Revelaciones, Tomo III, Capítulo XVIII)

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  4. el mismo Jesús dijo de Santa Gertrudis a su
    confidente Santa Matilde:
    – Gertrudis se ha unido tan fuertemente a mí, y yo la he unido tanto a mi Corazón, que
    forma una sola alma conmigo. Vive de manera que depende por completo de mi voluntad.
    Si uno le dice sólo de pensamiento a la mano: haz esto, la mano lo hace; si le dice al ojo:
    mira arriba, el ojo mira arriba; si le dice a la lengua: di esto, la lengua lo dice; si le dice al
    pie: da un paso, el pie lo da y camina. Gertrudis es como si fuera mi mano, mi ojo, mi
    lengua, mi pie. Dispongo de ella como quiero, sin que ella se oponga en absoluto a mis
    deseos.

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  5. ORACIÓN QUE EL SEÑOR DICTÓ A SANTA GERTRUDIS

    (SUEÑO Y MUERTE REPENTINA DURANTE LA NOCHE)

    ¡ Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo te encomiendo por esta noche mi corazón y mi cuerpo a fin de que descansen dulcemente en Ti. Como no puedo alabar a Dios durante mi sueño, dígnate hacerlo tu mismo en mi lugar, de modo que todos los movimientos de mi corazón, durante esta noche sean otras tantas alabanza que des a la Santísima Trinidad, y recibas todos mis suspiros para presentárselos como centellas ardientes de amor. Así sea.

    Tendré cuidado igualmente, antes de dormir, de hacer la señal de la cruz sobre la frente diciendo: «Jesús Nazareno, Rey de los Judíos,» práctica sumamente eficaz para no ser sorprendido durante la noche por una muerte repentina. Fue enseñada, según dice San Alfonso y otros muchos escritores, por el mismo Jesucristo a San Edmundo: » Hijo mío, le dijo un día el Salvador, quiero que en recuerdo del amor que te tengo, te signes la frente cada noche, pronunciando mi nombre y diciendo: ¡ Jesús Nazareno, Rey de los Judíos! Esta invocación de mi nombre te librará de la muerte repentina así a cuantos la hagan.» Habiendo este mismo santo obligado al demonio que le dijese cuál era el arma que más temía, el espíritu maligno respondió que eran las palabras que pronunciaba signándose la frente.

    Finalmente, durante el sueño guardaré la mayor modestia posible, para merecer la bendición de la Santísima Virgen, pues cuanta San Leonardo que muchos religiosos la vieron trasladarse a un dormitorio y bendecir a todos los que hallaba en una postura decente, mientras que se desviaba con disgusto de los que no guardaban una postura modesta; y pasaba sin bendecirlos.

    Si me despierto durante la noche, haré enseguida un acto de amor o alguna piadosa aspiración al divino Corazón de Jesús y el Corazón inmaculado de María. El P. Nonet cuenta que el mismo Jesucristo recomendó a Santa Gertrudis que rezase la oración siguiente, cuando tenía dificultad en dormirse. «Señor mío Jesucristo, os suplico, por el reposo tan suave que gustáis de toda eternidad sobre el seno de vuestro Padre, por el que habéis tomado durante nueve meses en el seno de vuestra Madre, y por lo que tomáis en el corazón de los que amáis, que me concedáis un poco de sueño, no para mi comodidad, sino para vuestra eterna gloria, a fin de que mi cuerpo halle la fuerza necesaria para serviros y cumplir los deberes que me incumben.» Apenas la santa hubo acabado esta oración, añade el P. Nonet, Jesús le dijo: «Ven y descansa sobre mi corazón». ¡ El santo y delicioso descanso!

    ¡Oh Dios mío! Ciertamente tengo que morir; mas no se cuando, cómo ni dónde moriré: sólo sé que, si muero en pecado mortal, he de perecer eternamente. ¡Santísima Virgen María, Santa Madre de Dios! Ruega por mí, pecador, ahora y en la hora de mi muerte. Amén

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  6. testamento de Santa Gertrudis. bellisima oracion.
    Posted on 29 mayo, 2012 by pajares95
    NOTA EXPLICATIVA: Este testamento está sacado de las revelaciones de Santa Gertrudis, es la quintaesencia de las oraciones y plegarias que seremos capaces de hacer en vida, es de suma eficacia para quebrantar los asaltos con que el enemigo de nuestra salvación nos atacará a la hora de la muerte. Será, pues muy provechoso para todos que hagamos ahora mismo este testamento. Y si nos vemos sorprendidos por la enfermedad, debemos pasar a leerlo con gran devoción; en los días de la gran tribulación será conveniente que lo leamos todos los días. Después de cada artículo hay que decir: “Sí, tal es mi voluntad y deseo”. EN EL NOMBRE DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. ASÍ SEA.
    TESTAMENTO ESPIRITUAL

    Puesto que yo, miserable pecador, estoy cierto de que moriré y de que para mí es incierta la hora de mi muerte; ahora, que todavía me hallo en la plena posesión de mis facultades, voy a declarar delante de Vos, ¡ oh beatísima Trinidad ! , y de toda la corte celestial, mi última voluntad, y la manera cómo deseo vivir y morir. Y para que ésta jamás pueda ser derogada, declaro que este testamento debe permanecer inmutable e irrevocable por toda la eternidad. Dignaos, pues, oh Padre Sapientísimo, dirigir vuestra bondadosa mirada a vuestro indigno siervo, como la dirigisteis a vuestro unigénito Hijo, cuando postrado en el huerto de los Olivos, disponía de todos sus meritos en favor de su Iglesia. Y así como recibisteis con inmensa satisfacción las súplicas de vuestro divino Hijo, así confío que os dignaréis recibir esta mi última voluntad, y hacer que sea digna y grata a vuestros ojos.

    En primer lugar, os lego, adjudico y entrego totalmente, oh beatísima Trinidad, mi cuerpo y mi alma, con todo el bien que, por medio de ellos, he hecho durante toda mi vida. Os rindo inmortales acciones de gracias por haberme hecho criatura racional, por haberme regenerado en las aguas del santo Bautismo, santificado por medio de los Sacramentos y enriquecido de una infinidad de bienes corporales y espirituales, así en general como en particular. Confieso humildemente que Vos solo tenéis perfecto dominio sobre mí: y sólo a Vos reconozco, y a nadie más, por mi dueño y Señor absoluto.

    En segundo lugar, atribuyo a solo Vos, Señor mío y Dios mío, todas las gracias y beneficios, así corporales como espirituales que de Vos he recibido; y reconozco que, llevado de vuestra infinita bondad y de la intercesión de los Santos, me habéis dispensado mil veces más beneficios de los que yo me he merecido, y que no hay poder alguno, ni sabiduría, ni bondad que con la vuestra pueda compararse, en la manera con que vuestra amable Providencia me ha colmado de bienes, así para el cuerpo como para el alma, lo mismo en la prosperidad que en la adversidad. Así que, para corresponder en algún modo a tan grandes beneficios, cantaré vuestras alabanzas, y con todas las energías de mi alma os daré mil y mil acciones de gracias, por toda la eternidad.

    Creo y profeso la verdadera fe, que recibí en el bautismo: creo firmemente todo cuanto ella me enseña, en general, y cada uno de sus artículos en particular, de la misma manera y en la misma forma en que la Iglesia los cree y profesa; y estoy dispuesto a derramar mi sangre antes que renegar de uno solo de dichos artículos. Si tal vez, en la hora de mi muerte, instigado por el demonio, llegare a pensar, decir, o hacer algo contrario a esta fe, desde ahora lo detesto y repruebo. Y para que no me acaezca tal desgracia, deposito mi fe en las manos de vuestro poder, de vuestra sabiduría y de vuestra bondad, Dios mío, a fin de que en aquella hora la mantenga integra y perfecta.

    Detesto y aborrezco todos los pecados que he cometido desde que tuve uso de razón hasta el presente: me pesa una y mil veces, Dios mío, de haberos ofendido, sólo por ser Vos quien sois bondad infinita; y a fin de suplir lo que falta a mi dolor, os ofrezco aquella contrición perfectísima que vuestro Hijo unigénito tuvo por los pecados de todo el mundo. Estoy dispuesto a sufrir de muy buen grado cualesquiera penas que os dignareis imponerme, en satisfacción de las graves ofensas y pecados que he tenido la desgracia de cometer. Mas como todas las satisfacciones que pudiera yo ofreceros, serían siempre insuficientes, recurro a los infinitos tesoros que encierran los méritos de Jesucristo, y os ofrezco todos los dolores que Él soportó desde el primer instante de su concepción hasta que expiró en la cruz. Arrojo y sepulto en el seno amoroso de su infinita misericordia todos mis pecados, faltas y negligencias, suplicándoos lavéis todas mis manchas con su preciosa sangre, y me consumáis en el fuego de su amor.

    Pido humildemente perdón a todos aquellos a quienes haya ofendido de palabra o de obra y me ofrezco a reparar todo el mal que les he ocasionado en su honra y en sus bienes. Por lo que toca a los que me hayan ofendido, ora sea de palabra ora de obra, yo les perdono de todo corazón y renuncio a todo espíritu de venganza, a imitación de Jesucristo que en la cruz perdonó a sus enemigos y suplicó a su Padre que los perdonara.

    Reconozco y confieso que no puedo conseguir la gloria del cielo con mis propios méritos: por lo cual no fundo en ellos mi esperanza, sino sólo en los méritos de la vida y Pasión de mi Señor Jesucristo: y esta confianza es en mi tan firme e inquebrantable, que aunque os hubiera ofendido mil veces más de lo que desgraciadamente lo he hecho, aun así, abrigaría la seguridad de alcanzar el perdón de ellos, sabiendo que vuestra misericordia es infinitamente mayor que mis pecados, y que la Pasión de vuestro Hijo pesa infinitamente más, en la balanza de vuestra justicia, que todos mis crímenes.

    Me entrego totalmente y sin reserva alguna, a vuestra santísima voluntad, deseando y pidiendo que se cumpla, de la manera más perfecta, en mí, por mí y en todo cuanto me atañe. No deseo vivir una sola hora más de las que Vos queráis; tampoco deseo abandonar esta vida con tal o cual muerte, con tal o cual enfermedad, sino sólo con la muerte que os dignareis enviarme; y aunque estuviera en mi mano el vivir mil años rodeado de toda clase de delicias; aun así preferiría morir en este instante, si tal fuere vuestro beneplácito, antes que seguir viviendo prescindiendo de él.

    Os amo, Dios mío y amor mío, y deseo amaros eternamente porque sois infinitamente digno de todo amor, por vuestras infinitas perfecciones y por vuestras supremas magnificencias. ¡ Quién me diera poderos amar mil y mil veces más aún !. Si tuviera en mi mano los corazones de todos los Ángeles con todos sus afectos, los emplearía totalmente en amaros, cifrando en esto solo mi dicha y contento: Mas ya que no me es posible amaros como Vos merecéis, os suplico que supláis lo que a mi me falta.

    En fin, protesto que deseo morir como verdadero(a) católico(a), fortalecido(a) con los sacramentos de la Confesión, Santo Viático y Extremaunción: deseo también y anhelo participar de las Misas, plegarias y demás sufragios que os ofrezcan hasta el día del Juicio: y aun si estuviera en mi mano, haría que todos los Sacerdotes celebraran el Santo sacrificio de la Misa por el descanso de mi alma. Mas como no me es posible realizar esto, os pido, Salvador mío, Jesucristo, que os dignéis ofreceros por mí en holocausto y sacrificio perpetuo, a fin de expiar mis innumerables pecados. Os pido además que os dignéis aplicar a mi alma, en sus postreras angustias uno solo de aquellos suspiros que exhaló vuestro Corazón durante vuestra acerba agonía, una sola gota de vuestra preciosísima sangre, a fin de asegurar mi salvación. Así sea.

    Sello del Testamento

    Ahora, pues, ¡ oh Trinidad beatísima ! en presencia vuestra y de toda la corte celestial, declaro y protesto que todo cuanto se halla consignado en este Testamento, es mi última y sincera resolución, mi última e inquebrantable voluntad, conforme a la cual quiero vivir y morir: deseo que este Testamento jamás sea anulado o casado, sino que antes, durante y después de mi muerte, conserve todo su valor y fuerza obligatoria. Y si alguna vez se me ocurriera revocarlo, protesto desde ahora que tal revocación debe ser considerada como nula e inválida.

    Os suplico instantemente, dulcísimo Jesús, que tengáis a bien registrar en vuestro Corazón esta mi última voluntad, tal cual la acabo de consignar: confirmadla poniendo al pie de ella la firma de vuestro santísimo Nombre, y sellándola con las cinco llagas de vuestro sacratísimo cuerpo. Así mismo, os suplico a Vos, Virgen Santísima; a vos bienaventurado Juan Evangelista, en calidad de Canciller mayor del reino eterno; y a vos, bienaventurado (Nombre del Santo) mi amadísimo Patrono, en calidad de asesor de la cámara imperial del cielo, que os dignéis actuar, como testigos de esta miúltima voluntad, rubricarla con vuestro nombre y depositarla en los archivos de la santísima Trinidad, a fin de que, en todo tiempo y y en cualquier evento pueda serle presentada. Por lo que a mi me toca, conservaré una copia de ella en este libro rubricada por mi mano, a fin de que Dios y los hombres sepan a quien pertenezco, en cuerpo y alma, y cómo deseo vivir y morir.

    En fe de lo cual, yo, indigno siervo de Dios, la suscribo de mi propia mano.

    (Aquí se pone nombre y apellido)

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  7. EL AVE MARIA DORADO. Una vez Santa Gertrudis tuvo una visión de Jesús en el cielo contando monedas de oro! La santa le ha preguntado e Jesús que estaba haciendo, mientas que Jesús depositaba una moneda mas encima de la pila??? Jesús le respondió: “Hija, cada vez que rezas una Ave María con amor y atención estoy poniendo una moneda de oro mas en el cielo para ti para toda la eternidad!

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  8. La Misa es la devoción de los Santos.

    La Misa es la devoción de los Santos. San Juan María Vianney, el Cura de Ars

    Nuestro Señor le dijo a Santa Gertrudis: «Puedes estar segura que referente a alguien quien asistió a la Santa Misa devotamente, Yo le mandaré tantos de Mis Santos a que lo consuelen y lo protejan durante los últimos momentos de su vida, como Misas haya oído bien».

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