CONSEJOS DE JESUS A LOS SACERDOTES

La vidente Isabel recibe Locuciones de Nuestro Señor Jesucristo respaldadas por su director espiritual y publicadas en el sitio: http://elpastorsupremo.es/

MENSAJE 58
1 DE ABRIL, 2019

“Una Cruz brilla en el horizonte[1]de Jerusalén.

Alzad vuestros ojos, hijos, que llega el Salvador del mundo a regir la Tierra[2]con el bastón de mando.[3]Él trae la Justicia y la Verdad, trae el Amor y la Misericordia. Alzad vuestros ojos, hijos, que se acerca vuestra liberación.[4]

Un mundo corrompido por el mal de Satanás, el diablo; un mundo que espera al Salvador de sus vidas y sus almas. Corred, hijos, corred y mirad al cielo que ya llega, ya viene vuestra liberación. Dirigíos al Santuario, rezad y alegraos porque ya está aquí; ya vengo, hijos, y un mundo nuevo, una tierra nueva[5]conoceréis y os alegraréis y haréis júbilo y saltaréis de gozo, porque el pecado y el mal que atenaza vuestra vida pasará y nunca más volverá.

No os inquietéis por el día y la hora[6]; no, hijos, no os preocupéis porque signos[7]veréis y vuestra alma elegida sentirá que ya llega, que ya vengo.

Sólo los que esperan[8]al Señor sentirán el gozo de la espera y de la llegada inminente, los que duermen nada sentirán porque están dormidos,[9]no Me esperan, no miran, no ven y serán sorprendidos cual ladrón en la noche.

Nadie sabe el momento, pero el que espera siente la proximidad de la llegada.

Un mundo nuevo queréis, hijos, pero no lo esperáis; una tierra nueva donde no haya sangre vertida ni lágrimas[10], sino el fulgor de la noche estrellada y la calma del que duerme sin miedo, sin temor, sin angustia, solo duerme plácidamente en los brazos del Señor, su Dios, y el despertar no estará lleno de sobresaltos, sino de la paz del día en calma. Todos esperáis esta vida en Dios, pero no os atrevéis a ser valientes y salir a las plazas y calles con la sonrisa y el gozo del que espera al Amado y solo sabe decir a todos: ¡va a venir!, ¡ya le espero!

Vuestras almas están anhelantes, vuestros corazones necesitan Mi venida a este mundo, pero vuestras mentes están alteradas por Satanás; hijos, daos cuenta del daño que hace a vuestras vidas que el diablo no os permita el gozo y el valor de esperar a vuestro Salvador cada día. No os dejéis atar por él a este mundo, no os dejéis matar la esperanza, porque sin esperanza en Mi llegada[11]vuestra vida será oscura y vacía, y sólo los quehaceres y los éxitos de esta vida ahogarán vuestra alma.

No es un plan de vida lo que debéis querer para vuestra vida, sino la esperanza y el gozo de esperar[12]a vuestro Libertador. Una Luz brilla para vosotros en el horizonte de vuestra vida, dejaos iluminar[13]por ella, mirad radiantes vuestra liberación, el día de vuestra liberación.

Vuestros ojos solo miran este mundo, vuestras mentes están embotadas con este mundo, vuestro corazón constreñido por las angustias y temores, y mirad que vengo y soltaré vuestras cadenas, y os traigo la liberación del mal y del sufrimiento. Pero, hijos, no Me esperáis, tenéis miedo a decir abiertamente: “el Salvador viene, ya llega, es inminente Su llegada”.

¡Qué oscura es la mente del hombre! Es un pozo de amargura y de ansiedad, maquina planes malévolos y se deja engañar constantemente por el enemigo de vuestras almas; no, hijos, así no, abrid vuestra mente a Mis Palabras[14], dejad que ellas os limpien de todo mal[15]y os lleven el gozo y la esperanza.

Los sacerdotes:

Hijos, aprended de vuestro Maestro[16], aprended, hijos, que Me tenéis ante vosotros y Mi Vida[17]está ante vuestros ojos: dejad que el Espíritu Santo[18]os modele y os haga otros Jesús de Nazaret en este mundo. No sirve sólo pensarlo, debéis querer serlo[19]: éste es el principio.

Querido pastor de almas, que sigues a tu Maestro: ¿has pensado ser como Él?, ¿quieres ser como Él?, ¿estás dispuesto a seguir Sus pasos?[20], respóndete con verdad en el silencio de tu habitación y, si quieres seguirme, ser como Quien te dio la Vida en la Cruz, empieza ya, querido hijo, y no te lamentes de los clavos, ni de las espinas, sino que debes alegrarte y regocijarte, porque el Señor te ha elegido y quiere tu vida entregada para Mis ovejas.[21]

¿Qué dueño de la casa no elige a los hombres de mayor confianza[22]para dejarles el gobierno de lo más valioso que tiene? Así os elegí a vosotros, dándoos a vosotros, a cada uno de vosotros, toda Mi confianza para que améis, respetéis y guiéis a Mis ovejitas, a Mis almas por las que entregué y vertí Mi Sangre[23]para que un día estén Conmigo en el Cielo.

No os dejéis confundir por el dragón infernal[24]que sólo quiere sembrar desolación y angustia en vuestras vidas: no le hagáis caso cuando vierta el desánimo y la desesperanza en vuestras vidas, no, hijos.

Mis queridos sacerdotes que amáis el bien y la justicia: no os dejéis engañar por el que sólo persigue destruir vuestro sacerdocio como al mismo Cristo quiso destruir en la Cruz, pero, hijos, mirad la Cruz y veréis que no estaba solo: el Padre estaba Conmigo como está con vosotros; en la Cruz estáis en Mis brazos, bajo la mirada incesante del Padre, y el Espíritu Santo os asiste en cada instante. No estáis solos, os falta fe[25], fe[26]en vuestro Dios y Salvador.

No podéis con las cosas de este mundo solos, no, porque el enemigo infernal os dará la batalla más cruel y sanguinaria[27]que se ha conocido, deseando matar el camino de la Gracia en este mundo: querrá pervertir vuestras conciencias, mancillar y ensuciar vuestras almas, apartaros de la Gracia, hacer que odiéis a vuestro Salvador. Si, hijos, no os asustéis de Mis Palabras porque el diablo, Satanás, ya lo está haciendo. Solo el que enemista con el Señor os puede arrebatar el alma[28]y vuestro ministerio: no le dejéis; estad avisados, sois objeto del deseo de Satanás de destruir, mancillar y acabar con el ministerio que, por la Gracia de Dios, habéis recibido.

Vuestra condición de sacerdotes os hace más vulnerables ante el mundo y ante Satanás: tomad conciencia del riesgo real para que lo afrontéis con verdad y con oración; entregaos a Mis brazos, Yo os conduciré. Nadie que quiere Mi Salvación quedará sin ella. Vosotros también debéis desear vuestra propia Salvación[29]antes de entregaros a la misión de ayudarme a salvar las almas.

Debéis confesar con asiduidad.

Recibid Mi Santo Cuerpo en Gracia de Dios, no Me recibáis en pecado mortal Misa tras Misa, que sois reos de muerte[30]y, destruido vuestro sacerdocio, está destruida la Gracia en muchas almas a las que debe llegar por vosotros, hijos.

No veáis películas que os inciten a pecar, ni estéis en las noticias y habladurías[31]día tras día: todo esto os mancha.

Retiraos al silencio y a la oración,[32]que son armas para combatir el mal.

No habléis de los hermanos sacerdotes: respetad el ministerio de los hermanos como queréis que respeten el vuestro.

No andéis con mujeres, sino que, con distancia y respeto; atendedlas en las necesidades de su alma, pero no confraternicéis con ellas como amigos en el mundo, porque el diablo anda buscando a quien devorar.[33]

Que vuestras conversaciones sean de pureza y de Gracia: no os metáis con vuestras opiniones en las cosas de este mundo; esto no es para vosotros: dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios,[34]pero no andéis en conversaciones mundanas.[35]

Sed cortos en el comer: no andéis en comilonas ni bebáis en exceso.[36]

Sed comedidos y discretos.

Llevad una vida de oración,[37]de Gracia y penitencia, y apartaos del mundo.

Vivid para vuestro Maestro, y sólo estad dispuestos para los asuntos de vuestro ministerio:[38]porque, si salís de vuestro cometido, el demonio os apresará y os hará de los suyos. No os fiéis de vuestras fuerzas,[39]porque no las tenéis.

Haced abstinencia de las cosas de este mundo y alejaos de todo lo mundano,[40]solo así podréis servir al Maestro y podréis vivir vuestro ministerio ayudando a la Salvación de las almas:[41]tarea y misión para la que fuisteis elegidos por Mi Misericordia.

Respetad la clausura: y no abráis la puerta que cerrasteis por amor al Señor y por las almas.

No abráis las puertas de vuestro corazón a amistades y quereres de este mundo: o el diablo cambiará la amistad por aquello que no os está permitido sentir y vivir en vuestro ministerio; mirad a vuestro Maestro y conducíos como Él.

Vuestras relaciones sean cordiales,[42]respetuosas y con la distancia debida; no minimicéis el riesgo en este mundo[43]o el diablo os engañará y pervertirá vuestras almas.

El sexo no es para vosotros: vuestros cuerpos castos y puros;[44]alejaos de las tentaciones que os llevan a pecar. El sacerdote casto y puro en su intención y querer: y así viviréis en pureza y castidad. Vuestras manos consagradas dan al mundo el Pan de Vida:[45]no las ensuciéis con obras ni pensamientos. Vuestros ojos limpios:[46]no miréis el mal, o la tentación ensuciará vuestra alma, si caéis en ella.

El tentador os persigue sin parar, porque sin vosotros el mundo se apagará y la luz ya no brillará en el Sagrario; la Gracia sacramental no estará en el mundo:[47]sois vosotros los dadores de ella por la Misericordia de Dios.

Queridos hijos, no habléis de asuntos que no os conciernen: ¿cuándo visteis a vuestro Maestro hablar de algo que no fuera del Padre y del Reino de Dios?

Cuidad vuestra lengua,[48]pues hay palabras que ensucian vuestra alma.

Alejaos de los lazos familiares cuando estos os apartan de vivir vuestro ministerio en plenitud y entrega amorosa.

Callad. Aprended a callar a las cosas de este mundo y no os metáis en ellas, o ellas os ahogarán el alma y frustraréis el plan de salvación en vosotros.

Vivid retirados: para estar disponibles para todos.

Callad: para que Dios hable en vosotros y por vosotros.

Manteneos castos:[49]para que la pureza aplaste la cabeza de Satanás, como el pie inmaculado de Mi Madre.[50]

No seáis glotones: para que el ayuno fortalezca vuestro espíritu.

Alejaos de las cosas de este mundo: para que seáis ministros de las cosas del cielo.

Sed respetuosos: para que el mal no os tiente en la cercanía del pecado.

Manteneos distantes con las mujeres y los niños:[51] si es motivo de escándalo por el mal que estáis padeciendo, y del que muchos sacerdotes son responsables ante Dios y ante el mundo.

Nadie es más que su Maestro:[52]mirad a Jesús de Nazaret, leed el Evangelio.

Si no morís en la cruz:[53]‘no os conozco’[54], os diré.”