LAS LLAVES DEL CIELO.

Las cuatro llaves de oro o luces de salvación

Diciembre 8/08 (12:03 p. m.)

Hijos míos: hoy, fiesta de mi Inmaculada Concepción, deposito en vuestras manos, cuatro

llaves de oro; llaves de oro que os abrirán las compuertas del Reino de los Cielos. Estas

cuatro llaves de oro son cuatro luces de salvación. Hijitos míos: La primera llave que

entrego en vuestras manos es la llave de la Santa Eucaristía.

Hijos míos: id y deleitaos frente a Jesús en este gran Misterio de Amor.

La Santa Eucaristía es revivir: la pasión, crucifixión, muerte y resurrección de mi Hijo

Jesús. Allí, Él desciende desde el Cielo; y el Cielo se une con la tierra, que es: la oración

más perfecta, la oración en la cual podéis conseguir todo.

Allí, en el Santo Sacrificio de la Misa, la Iglesia Triunfante se une con la Iglesia Militante;

por eso, hijitos míos: no faltéis a la Santa Misa todos los Domingos y fiestas de guardar.

Pequeñitos míos: el enemigo intenta, a toda costa, destruir: este Misterio Eucarístico, esta

invención de Amor; porque sabe que es la reserva del Cielo, que está en todos los Sagrarios

de la tierra. Si podéis ir, id a la Eucaristía todos los días. Es el regalo más grande que Dios

haya hecho a toda la humanidad.

Un día sin Eucaristía es un día perdido; hablo para todos vosotros: sacerdotes, consagrados

y laicos que deseáis vivir en santidad; almas Eucarísticas que deseáis saciar vuestra hambre

y vuestra sed del Cuerpo y de la Sangre de mi Hijo Jesús. Recordad, mis pequeños, que:

quien come su Cuerpo y bebe su Sangre, Jesús permanece en él y tiene vida eterna.

La Eucaristía os da fortaleza en vuestros momentos de debilidad. La Eucaristía sana vuestro

cuerpo, vuestro espíritu de cualquier enfermedad.

La Eucaristía es el regalo que Dios ha puesto a toda la humanidad. Pero, cómo son los

hombres de dura cerviz, cómo son los hombres de estultos, cómo son los hombres de

apocados, que: desprecian este manjar del Cielo para comer algarrobas, para alimentarse de

salvado; alimentos que se les da a los cerdos.

Vosotros, hijos míos: ¡Reaccionad! Ya es hora que despertéis del sueño letargo, ya es hora

que pongáis vuestros pies sobre la tierra, ya es hora que os convirtáis, ya es hora que dejéis

vuestra vida de pecado, ya es hora que os salgáis de las falacias que os ofrece el mundo; de

las aparentes felicidades, de la aparente paz que el mundo os suele regalar; cuando

realmente os da y os acrecienta más, vacíos en vuestro corazón.

Hijos míos: id a la Eucaristía, alimentaos de su Cuerpo y de su Sangre, confesad vuestros

pecados para que vuestro corazón adquiera: la lozanía, la hermosura del corazón de los

Santos Ángeles y la candidez del corazón de los niños; porque: quien come y bebe el

Cuerpo de Jesús en pecado, está comiendo y bebiendo su propia condenación.

Id, hijos míos, al Milagro de los milagros. Id y uníos a la adoración de la Iglesia Triunfante,

a la adoración de la Iglesia Militante, a la adoración de la Iglesia Purgante. Hijos míos: la

Eucaristía es el regalo que Dios ha puesto en vuestras manos. No os perdáis de esta llave de

oro que os abre las puertas y las compuertas del Cielo.

Hijos míos: sed perseverantes en la asistencia de la Sagrada Eucaristía. Cuando estéis allí,

concentraos. Cuando estéis allí, evitad todo tipo de distracción. Unid vuestro cuerpo,

vuestra alma y vuestro espíritu: en adoración y en alabanza y en gloria al Misterio

Trinitario de Dios, tres Personas en una sola.

Hijos míos: la segunda llave de oro que entrego en vuestras manos es la llave del Santo

Rosario. Oradlo diariamente, meditando en sus misterios salvíficos de amor.

El Santo Rosario son rosas de distintos colores que recibo de vuestras manos. Rosas que

planto en el jardín florecido de mi Inmaculado Corazón, las cultivo con amor y os las

devuelvo convertidas en gracias y bendiciones.

Hijos míos: el Santo Rosario es el arma poderosa con el cual debilitáis las fuerzas de

satanás; es la cadena de oro, con la cual se le atará en este final de los tiempos.

Con el Santo Rosario seréis fortalecidos en vuestros momentos de prueba y de tentación.

Con el Santo Rosario vuestra alma y vuestro espíritu brillarán con la luz de Cristo

Crucificado y de Jesús Resucitado.

Con el Santo Rosario iréis tejiendo una corona de distintos colores: corona que ceñiré en

vuestros cabezas, el día que seáis llamados por Dios.

El rezo del Santo Rosario es un arma prodigiosa de amor; arma con la cual seréis

defendidos de satanás y sus secuaces.

Hijos míos, hijos míos: contemplad diariamente, la corona completa del Santo Rosario. Las

almas que tienen más luz en el Cielo son almas que en la tierra rezaron, meditaron el Santo

Rosario.

El Santo Rosario os dará un puesto de predilección en el Reino de los Cielos.

El Santo Rosario es mi oración predilecta. Mis ojos se abren con dulzura, con amor sobre

todas las almas que rezan diariamente esta hermosísima oración.

Hijitos míos: para entrar en el Reino de los Cielos debéis orar muchísimos rosarios.

Enseñad a los niños esta bellísima oración. Invitad a las familias para que volváis al rezo

del Santo Rosario en comunidad; formad cenáculos, grupos de oración en los que se medite

la corona completa de los misterios del Santo Rosario.

Un alma devota del Santo Rosario es un alma que se está asegurando en vida, la salvación

en la eternidad.

Un alma devota del Santo Rosario es un alma que va adquiriendo mis virtudes; virtudes que

hicieron que el Padre Eterno colocase sus ojos de misericordia en mí, por ser la Madre del

Salvador.

Un alma devota del Santo Rosario va perdiendo sus rasgos humanos y se va divinizando; se

va divinizando, porque: el pecado le produce nauseas, el pecado le produce horror; porque

conoce, sabe, porque su conciencia se va iluminando acerca del horror del infierno.

Un alma devota del Santo Rosario es un alma que vive en santidad, un alma que va

adquiriendo la luz de Cristo Resucitado.

Hijos míos: todas las almas que rezan diariamente el Santo Rosario son: almas que

resguardo en uno de los Aposentos de mi Inmaculado Corazón y les enciendo fuego con la

llama del Amor Santo, que bulle dentro de Mí.

Guardad esta segunda llave de oro que he puesto en vuestras manos; guardadlas en la

profundidad de vuestro corazón. Estad bien atentos para que no se os extravíe.

El demonio huye: de los hogares, de las familias donde se rece diariamente el Santo

Rosario. Las almas que lo oren devotamente son almas protegidas y asistidas por mi

Maternal protección.

La tercera llave de oro es el Santo Escapulario: Llave de oro que se la entregué a mi hijo

amado Simón Stock.

Esta llave de oro hace que salgáis prontamente del purgatorio, estado de purificación por

vuestros pecados cometidos en la tierra.

El Santo Escapulario os identifica: como mis seguidores, como hijos que se preocupan en

agradarme, como hijos matriculados en mi escuela Maternal.

Hijos míos: el Santo Escapulario es la llave de oro, que hace que descienda en el momento

de vuestra muerte y os ayude en el buen morir. Es la llave de oro, que hace que descienda

en el momento de vuestra muerte y os presente ante mi Hijo Jesús y os pida indulgencia

para con vosotros.

Que el Santo escapulario siempre os acompañe.

Hijos míos: no desechéis esta llave de oro; llave que os abre la puerta principal del Cielo y

os adentra al goce y deleite de una de sus moradas. Llevadlo siempre con vosotros y el

enemigo también huirá de vosotros y no podrá haceros daño.

Hijos amados: la cuarta llave de oro es la llave del Santo Vía Crucis. Si hacéis el Santo

Vía Crucis, os unís al padecimiento de mi Hijo Jesús en el monte Gólgota. Orad, meditad

en el Santo Vía Crucis. Que esta devoción siempre os acompañe.

Hijos míos: ésta es una llave que os va purificando en la tierra, para que más fácilmente

adentréis en el Cielo.

Esta llave de oro, es una llave que os va puliendo, os va dando perfección, os va colocando

en vuestro corazón repugnancia por el pecado.

El Santo Vía Crucis siempre acompañó a los grandes santos, que gozan de un nivel bien

elevado en los Cielos.

Hijos míos: meditadlo, oradlo y llevadlo siempre consigo, en vuestro corazón.

Os amo y os bendigo, hijos amados: . Amén.

DEL LIBRO DE ORO.

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