PADRE PIO.

Padre Pio sobre el Diablo

Padre Pio una vez dijo a un grupo de personas que el número de diablos activos en el mundo es más grande que todas las personas que habían vivido desde Adán.108

Padre Pio también dijo: “Si todos los diablos que están aquí se pusieran en forma corporal, ¡taparían la luz del sol!”109

En un período durante su vida, Padre Pio servía como director espiritual de chicos en un seminario. Una noche un chico fue despierto por carcajadas desdeñosas, el ruido de pedazos de hierro siendo retorcidos y cayendo en el suelo, y de cadenas pegando sobre el piso, mientras que Padre Pio era oido suspirando una y otra vez, “¡O Madona mía!” La siguiente mañana, el chico examinó la obra de hierro soportando la cortina alrededor de la cama de Padre Pio, y descubrió todos los pedazos retorcidos. También miró a Padre Pio y vió él “con un ojo hinchado y de aspecto enfermo.”110 Este relato se hacía circular entre los seminaristas, quienes preguntaron a Padre Pio sobre él. Padre Pio respondió y describió que había ocurrido para convencer a los chicos de la absoluta necesidad de la oración en la lucha contra el Diablo. Padre Pio dijo:

¿Quieren saber porqué el diablo me dio una paliza tremenda? Es porque yo, como su padre espiritual, estoy dispuesto a defender a uno de vosotros.” Identificando el chico de nombre, él continuó, “Él estaba sufriendo una fuerte tentación contra la pureza, y cuando apeló a la Madona, estaba también apelando a mí por apoyo. Corrí inmediatamente en su ayuda, y con la ayuda del Rosario de Nuestra Señora triunfé. El chico que había sido tentado durmió hasta la mañana, mientras que yo pasaba por la lucha, sufría los golpes, pero gané la pelea.”111

Un antiguo seminarista, de quien Padre Pio había sido un director espiritual y confesor, escribió que él y sus compañeros de estudios oían el espantoso ruido de barras de hierro golpeando una a otra en la habitación de Padre Pio. También oían un sonido como un tren desplazándose a alta velocidad en un túnel.112 Uno de los estudiantes, quien llegó a ser P. Matrice, también explicó que una noche él se despertó por causa de un tumulto tremendo veniendo de la area donde Padre Pio estaba durmiendo. Él describió oyendo “una salva de risas burlónes y el sonido de barras de hierro siendo retorcidas además de cadenas repicando por el suelo.”113


Las Torturas Increíbles a que los demonios sometían a Padre Pio

Padre Pio estaba en su habitación principalmente por la noche. Se oía fuertes ruidos sordos que asustaban a los frailes. Cuando iban a la habitación de Padre Pio descubrían a él “empapado de sudor, y se debería cambiar su ropa de pies a cabeza.”114

Ciertas personas que venían al monasterio no creían los informes de tales acontecimientos extraños; se lo reían como producto de la imaginación de un monje. Una vez el Obispo Andrea D’Agostino fue un invitado en el monasterio. Él consideró el cuento de Padre Pio un fabuloso, medieval relato. Empero, cuando él estaba comiendo con los frailes, fue asustado por un gran ruido sordo arriba en el techo. Se le puso pálido y temblaba.115 El ayudante del obispo, quien estaba comiendo en la pieza de visitantes, corrió al refectorio lleno de temor. El obispo estaba tan asustado que no quería dormir solo esa noche. La siguiente mañana se fue del monasterio y nunca volvió.116

Por una mañana temprano, después que todos se habían acostado, Padre Pio oyó que llamaron a la puerta. Pareció ser P. Agostino (su director espiritual) pidiendo entrar. Padre Pio dijo, “Pase… ¿porqué has venido?… ¿Cómo veniste aquí?” P. Agostino dijo: “Dios me envió. Él está disgustado contigo.” Padre Pio se quedó atónito: “¿Qué?” dijo Padre Pio mientras que se subió las piernas de la cama y empezó a levantarse. “No, no, no deberías levantarte. Solamente vine para decir que Dios no aprueba tu práctica de penitencia.” Padre Pio dijo: “Si verdaderamente estás aquí a petición de Dios, debes darme un signo. Te pido decir el nombre de Jesús.” En aquel momento se abrieron los labios de Agostino y él empezó a reir; su voz cambió. Padre Pio intentó extender la mano y tocar su toga marrón. La aparición desapareció, dejando un fuerte olor de azufre.117

Hablando de este suceso en una carta el 28 de julio, 1914, Padre Pio dijo: “El Diablo, como sabes, es un gran trabajador de mal… él podría engañarte por alguna ilusión diabólica o aparición disfrazada de un ángel de luz… Este infeliz apóstata aun sabe disfrazarse como un capuchino y hacer el papel muy bien. Te ruego que creas a uno que ha sufrido una experiencia de esta naturaleza.”118

En una carta a su director espiritual el 18 de diciembre, 1912, Padre Pio dijo: “La otra noche el Diablo apareció a mi en la forma de uno de nuestros Padres y me dio una orden muy estricta del Padre Provinciano de no escribir a ti nada más, porque es contrario a la pobreza y un obstáculo grave a la perfección. Confieso mi debilidad, querido Padre, porque lloré amargamente, creyendo que esto fuera un hecho. Nunca aun habría sospechado de lo más minimo que esto sea una de las trampas del ogro si el ángel no me habría revelado el fraude.”119

Padre Pio estaba atacado muy frecuentemente por diablos llamados por Padre Pio “malignos impuros” y “monstruos feos.” Eran ataques interiores y exteriores, que incluían aullidos, temblores, ruidos, y objetos que volaron. Un incidente él describió a su director espiritual:

Fue tarde por la noche y comenzaron sus ataques con ruido diabólico. Aunque no ví nada al principio, entendí quien estaba produciendo el sonido extraño. En lugar de ponerme aterrorizado, me preparé por la lucha por enfrentarme a ellos con una risa socarrón. Entonces vinieron ante mí bajo las aparencias más detestables. Entonces para hacerme abusar de la gracia de Dios, empezaron a tratar a mi con guantes de seda. Pero gracias al cielo los regañé bien, y traté a ellos según lo que merecieron. Cuando vieron que sus esfuerzas se esfumaron, se lanzaron sobre mí, me tiraron por el suelo, y me dieron golpes tremendos, tirando en el aire almohadas, libros, y sillas, al mismo tiempo soltando gritos desesperados y diciendo palabrotas horribles.”120

La carta de Padre Pio a su director espiritual, 14 de octubre de 1912, dice: “El Diablo quiere el final absoluto de todas relaciónes y comunicaciónes contigo. Él amenaza que si yo me negare obstinadamente a prestarle atención a él, hará a mí cosas que la mente humana nunca podría imaginar.”121

Hablando sobre el Diablo y sus demonios, Padre Pio reveló la ferocidad inconcebible de su maldad diabólica: “El ogro no se da por vencido. Él ha aparecido en casi toda forma. Por estos últimos días, ha visitado a mí con algunos de sus satélites armados de garrotes y armas de hierro y, lo peor, en su propia forma como diablos.”122

Padre Pio reveló más de los increíbles sufrimientos que el Diablo le ocasionó a él: “¿Quién sabe cuántes veces él me ha tirado de la cama y arrastrado en vueltas por la habitación? … La otra noche fue una de las peores. Desde las diez de la noche cuando me acosté hasta las cinco de la mañana, ése malvado no dejaba de golpearme… De verdad pensé que fue la última noche de mi vida; o, si no muriera, me enloquecería. A las cinco de la mañana, cuando el malvado se fue, todo mi ser estaba envuelto en tanto frío que temblaba de pies a cabeza. Duró unas horas. Estaba sangrando de la boca…”123

Otro tiempo Padre Pio describió la reacción de los demonios cuando él recibió una carta de su director espiritual: “Cuando recibí tu carta recientemente y antes que la había abierto, ésos desdichados me dijeron que la rompa o la tire en el fuego. Si hiciera eso, ellos se retirarían para siempre y nunca me molestarían otra vez. Me callé sin darles ninguna respuesta, mientras que en mi corazón los despreciaba. Entonces añadieron: ‘Queremos esto solamente como condición de nuestra retirada. Por hacerlo no mostrares desprecio por nadie.’ Respondí que nada me haría cambiar la mente. Ellos se lanzaron sobre mi como muchos tigres hambrientos, maldiciendome y amenazando hacer que lo pague. ¡Mi querido Padre, cumplieron su palabra! De aquel día en adelante me han golpeado cada día.”124

El Diablo a veces apareció en forma de una fea gata negra, o como una chica joven desnuda haciendo un baile impuro, o como un carcelero que le azotaba, o bajo el aspecto de Cristo Crucifijado, su padre espiritual, su Padre Provinciano, su ángel de la guarda, Nuestra Señora, o San Francisco.125

Otras veces el Diablo le escupía en la cara y le atormentaba con ruidos ensordecedores.126

Padre Pio a veces hacía referencia al Diablo y demonios como: “el ogro, bribón, espíritu mal, desdichado mugriento, vil bestia, desdichado deplorable, caras horrorosas, espíritus impuros, esos bribónes, espíritu malvado, horrible bestia, execrable bestia, apóstata de infausta memoria, apóstatas impuros, bestias salvajes aullandas, impostor maligno, príncipe de las tinieblas.”127

Por la tarde del 5 de julio, 1964, se oyó en el monasterio un grito de socorro: “¡Mis hermanos, ayúdenme!” Fue Padre Pio pidiendo ayuda. Sus hermanos corrieron a ayudarle y encontraron a Padre Pio tendido en el suelo, sangrando de la naríz y frente, y con un número de heridas encima de la ceja derecha.”128

Una vez el malvado habló de una persona poseída, y gritó: “¡Padre Pio, no robes almas de nosotros y no te molestaremos!”129

Un hijo espiritual dijo a Padre Pio: “Padre, algunas personas niegan la existencia del Diablo”; Padre Pio respondió: “¿Cómo se puede dudar su existencia cuando le veo alrededor de mi todo el tiempo?”130

Una vez el Diablo entró en el confesionero y fingió hacer una confesión. Padre Pio recordó la ocurrencia increíble:

Una mañana, cuando yo estaba confesando los hombres, un hombre alto y flaco vestido de manera bastante refinada y con buenas modales se presentó a mi. Cuando se puso de rodillas, este desconocido empezó a confesar sus pecados que fueron de todo tipo contra Dios, contra su vecino, contra la ley moral; ¡fueron todos aberrantes! Una cosa me causó impresión. Después que reprendí todas esas acusaciónes, usando la palabra de Dios, la Enseñanza de la Iglesia, y la enseñanza moral de los santos para respaldar mis palabras, este penitente desconcertante contrapesó mis palabras, justificando, con gran aptitud y raro refinamiento, todos tipos de pecados, los vaciando de toda maldad y intentando, al mismo tiempo, hacer que todos actos pecaminosos parezcan normal, natural, humanamente indiferentes. Y esto concernió no solamente pecados horrorosos contra Jesús, Nuestra Señora y los Santos… sino también pecados que fueron moralmente tan sucios y bastos que llegaron a las niveles más repugnantes que se podría imaginar.

Las respuestas que este penitente misterioso dio de vez en cuando a mis argumentos, con delicadeza capaz y con maldad fluida, me causó una impresión terrible. Pensé para mí: ‘¿Quién es esto? ¿De qué mundo viene él? ¿Quién es?’ Y intenté mirarle cuidadosamente en la cara para posiblemente a lo largo leer algo de entre las líneas de su cara, y al mismo tiempo escuchaba muy cuidadosamente a toda palabra suya para que ninguna me escaparía y podría sopesarlas en todo su significado. En un cierto punto, por medio de una luz interior, vívida y brillante, me dé cuenta claramente de quien estuvo ante mí. Y en un tono decidido y apremiante dije a él: ‘Diga: ¡Viva Jesús! ¡Viva María!’ Tan pronto como pronuncié estos más dulces y poderosos nombres, Satanás inmediatamente desapareció en un parpadeo de fuego, dejando atrás de él un hedor asfixiante.”131

En una carta el 2 de marzo, 1917, Padre Pio dijo: “Deberías volverse a Dios cuando estás atacado por el enemigo; deberías confiar en Él y esperar todas cosas buenas de Él. No pienses voluntariamente en lo que el enemigo presenta a tí. Recuerda que él que huye gana…”132

Padre Pio también explicó que el Diablo no nos puede hacer daño espiritualmente a menos que le permitamos entrar:

El Diablo es como un perro rabioso atado por una cadena. Más allá de la longitud de la cadena no puede agarrar a nadie. Y tú, empero, no te acerques. Si te pusieres demasiado cerca estarás agarrado. Recuerda, el Diablo tiene solamente una puerta para entrar en nuestro alma: la voluntad. No hay puertas secretas ni escondidas. Ningún pecado es un verdadero pecado si no hayamos consentido intencionadamente.”133

Padre Pio dijo: “No tengo ni un minuto de tiempo libre; todo está gastado al soltar hermanos de las garras de Satanás. ¡Bendito sea Dios! La mejor caridad es la de liberar almas cautivadas por Satanás y lograrlas por Cristo.”134

Al fin de la vida de Padre Pio (a la edad de 80) él no podía aun darse la vuelta por si mismo en la cama. Padre Pio también tenía que estar puesto en y levantado de su sillón. A veces cuando estuviera en su sillón, rezando el rosario, sería repentinamente tirado del sillón en el suelo por el Diablo.135

Padre Pio dijo: “Si el Diablo haga un tumulto, es una señal excelente: lo aterrador es su paz y concordia con el alma de un hombre.”136

Un comentario sobre “PADRE PIO.

  1. el Padre Pio y el demonio
    El demonio existe y su papel activo no pertenece al pasado ni puede ser recluido en los espacios de la fantasía popular. El diablo, en efecto, continúa induciendo hoy día al hombre justo al pecado.
    Por tal razón la actitud del discípulo de Cristo frente a Satanás tiene que ser de vigilancia y de lucha y no de indiferencia. La mentalidad de nuestro tiempo desaforadamente, ha relegado la figura del diablo en la mitología y en el folclore. El Baudelaire afirmó, justamente que la obra maestra de Satanás, en la era moderna, es de hacernos creer que no existe. Por consiguiente no es fácil imaginar que el Diablo haya dado prueba de su existencia, cuando ha sido obligado a afrontar al Padre Pío en «ásperos combates». Tales batallas, tal como es reconocido en la correspondencia epistolar del venerable fraile en sus directorios espirituales, fueron reales combates, siendo la última con sangre.

    Uno de los primeros contactos que el Padre Pío ha tenido con el príncipe del mal, remonta al año de 1906 cuando Padre Pío volvió en el convento de Sant ‘Elia a Pianisi. Una noche de verano no logró dormirse por el bochorno sofocante. De la habitación vecina le llegó el ruido de los pasos de un hombre. «El Pobre fraile Anastasio no puede dormir como yo» pensó el Padre Pío. «Quiero llamarlo, al menos para hablar un poco». Fuè a la ventana y llamó el compañero, pero la voz se le quedó en la garganta: al observar que sobre el alféizar de la ventana vecina se asomó un monstruoso perro. Así el mismo Padre Pío contó: «Por la puerta con terror; vi entrar un gran perro, de cuya boca salió mucho humo. Caí sobre la cama y oí que dijo: «es él, es él» – mientras estuve en aquella posición, vi aquel animal que saltó sobre el alféizar de la ventana, y luego de esto se lanzó sobre el techo del frente, y desapareció.»

    Las tentaciones de Satanás que quisieron hacer caer al padre Pío, se manifestaron de cada modo. El Padre Agostino nos confirmó que Satanás apareció bajo las formas más variadas: «bajo forma de jovencitas desnudas que bailaron; en forma de crucifijo; bajo forma de un joven amigo de los frailes; bajo forma del Padre Espiritual, o del Padre Provincial; de aquel del Papa Pío X y del Ángel de la guarda; de San Francesco; de Maria Santísima, pero también en sus semblantes horribles, con un ejército de espíritus infernales. A veces no hubo ninguna aparición pero el pobre Padre fue golpeado hasta salirle sangre, atormentado con ruidos ensordecedores, lleno de escupitajos etc. Él logró librarse de estas agresiones invocando el nombre de Jesús.

    Las luchas entre el Padre Pío y Satanás se agriaron cuando el Padre Pío liberó a los poseídos. Más de una vez – el Padre Tarcisio contó de Cervinara – antes de salir del cuerpo de un poseído, el Malvado ha gritado: «Padre Pío nos das más molestias tú que San Michele». Y también: «Padre Pío, no nos arranques las almas y «no te molestaremos.»

    Pero veamos cómo el mismo Padre Pío describe en las cartas mandadas a sus directorios espirituales, los asaltos de Satanás.

    Carta al padre Agostino, del 18 de enero de 1912: «… Barba Azul no quiere ser derrotado. Él ha venido a mí casi asumiendo todas las formas. Desde varios días acá, me viene a visitar, junto con otros de sus espíritus infernales armados de bastones y piedras. Lo que es peor; es que ellos, vienen con sus semblantes. Tal vez cuántas veces, me ha sacado de la cama y me ha arrastrado por la habitación. ¡Pero paciencia! Jesús, la Mamá, el angelito, San José y el padre San Francisco siempre están conmigo.»

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    La carta a Agostino del 5 de noviembre de 1912: Estimado Padre», ésta también es su segunda carta a través de la concesión de Dios, y ha seguido el mismo destino de la anterior. Yo estoy seguro de que el Padre Evangelista ya le ha informado sobre la nueva guerra que los apóstatas impuros están haciendo en mí. Mi padre, ellos no pueden ganar, a su voluntad por mi constancia. Yo le informo sobre sus trampas sé que les gustaría inducirme, privándome de sus sugerencias. Yo encuentro en sus cartas mi único consuelo; pero para glorificar a Dios y para su confusión yo los llevaré. Yo no puedo explicarle, a usted cómo ellos están pegándome. A veces yo pienso que me voy a morir. El sábado yo pensé que ellos realmente quisieron matarme, yo no hallaba a qué santo pedirle ayuda. Yo me dirigí a mi ángel de la guarda, suplicándole ayuda, quien me hizo esperar largo tiempo, y finalmente, él voló alrededor de mí y con su voz angélica cantó los himnos de alabanza a Dios. Entonces una de esas escenas usuales pasó; Yo le reñí severamente, porque él me había hecho esperar tanto por su ayuda, a pesar de que lo había llamado urgentemente y por castigo, yo no quise mirarlo a la cara, yo quería que él recibiera más que un castigo de mí, yo quise huirle pero, él pobre, me localizó llorando, él me tomó, hasta que yo lo mirara, yo lo miré fijamente en la cara y vì que él lo sentía.»

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    La carta al Padre Agostino del 18 de noviembre de 1912….. «El enemigo no quiere dejarme solo, me pega continuamente. Él intenta envenenar mi vida con sus trampas infernales. Él se molesta mucho porque yo le cuento estas cosas. Él me hace pensar en no decirle, los hechos que pasan con él. Él me dice que lo narre a las visitas buenas que yo recibo; de hecho él dice que le gustan sólo estas historias. El pastor ha estado informado de la batalla que yo tengo con estos demonios, y con referencia a sus cartas; él me sugirió que yo vaya a su oficina a abrir las cartas. Pero en cuanto yo abrí la carta, junto con el pastor, encontramos que la carta estaba sucia de tinta. ¿Era la venganza del diablo? Yo no puedo creer, que usted me ha enviado la carta sucia; porque usted sabe que yo no puedo ver bien. Al principio nosotros no pudimos leer la carta, pero después de poner el Crucifijo en la carta; nosotros tuvimos éxito leyéndola, aun cuando nosotros no éramos capaces de leer en letras pequeñas… »

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    La carta al Padre Agostino del 13 de febrero, de 1913, «Ahora, que veintidós días han pasado, desde que Jesús permitió a los diablos para descargar su enojo sobre mí. Mi Padre, en mi cuerpo todo se machuca de las palizas que yo he recibido en el presente por nuestros enemigos. En varias oportunidades, ellos me han quitado mi camisa incluso, y me han golpeado de una manera brutal»…

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    La carta al Padre Benedetto de fecha 18 de marzo de 1913, «Estos diablos no dejan de pegarme, mientras que también me tumban de la cama. ¡Ellos igualmente me quitan mi camisa, para pegarme! Pero ahora ellos no me asustan ya. Jesús me ama, Él me alza a menudo y me pone en la cama»

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    Satanás fue más allá de todos los límites de provocación, con el Padre Pío; hasta le dice que él era un penitente. Éste es el testimonio del Padre Pío: “Un día, mientras yo estaba oyendo las confesiones, un hombre vino al confesionario dónde yo estaba. Él era alto, guapo, me vistió con algo de refinamiento y era amable y cortés. Comenzó a confesar sus pecados; los cuales, eran de cada tipo: contra Dios, contra el hombre y contra las morales. ¡Todos los pecados eran molestos! Yo estaba desorientado, por todos los pecados que él me dijo, yo respondí. Yo le traje la Palabra de Dios, el ejemplo de la Iglesia, las morales de los Santos, pero el penitente enigmático se opuso a mi palabras justificando, con habilidad extrema y cortesía, todo tipo de pecado. Él vació todas las acciones pecadoras y él intentó hacer normal, natural, y humanamente comprensible todas sus acciones pecadoras. Y esto no solamente para los pecados que eran repugnante contra Dios, Nuestra Señora, y los Santos, él fuè Rotundo sobre la argumentación, pero, que pecados morales tan sucios y ásperos. Las respuestas que él me dio con la delgadez experimentada y malicia me sorprendieron. Yo me pregunté: ¿quién es él? ¿De qué mundo viene él? Y yo intenté mirarlo bien, leer algo en su cara. Al mismo tiempo concentré mis oídos a cada palabra, para darle el juicio correcto que merecían. Pero de repente; a través de una luz vívida, radiante e interior yo reconocí claramente quién era él. Con autoridad divina yo le dije: diga…….”Viva Jesús por siempre” “Viva María eternamente” En cuanto yo pronuncié estos nombres dulces y poderosos, Satanás desapareció al instante en un goteo de fuego, mientras dejaba un hedor insoportable».

    Don Pierino es sacerdote y uno de los hijos espirituales del padre Pío que estaban al mismo tiempo presentes. Fr. Pierino cuenta la historia: “Un día, el Padre Pío estaba en el confesionario, detrás de las cortinas. Las cortinas del confesionario no estaban cerradas totalmente y yo tuve la oportunidad de mirar al Padre Pío. Los hombres, mientras miraban los registros, se apartaron, todos en una sola fila. Del lugar dónde yo estaba, yo leía el Breviario, intentando siempre mirar al Padre. Por la puerta de la iglesia pequeña, entró un hombre. Él era guapo, con los ojos pequeños y negros, pelo canoso, con una chaqueta oscura y los pantalones bien arreglados. Yo no quise distraerme, y seguí recitando el breviario, pero una voz interior me dijo: «¡Detente y mira!”. Yo miraba al Padre Pío. Ese hombre, simplemente se detuvo delante del confesionario, después de que el penitente anterior se marchó. Él desapareció rápidamente entre las cortinas, mientras estaba de pie, delante del Padre Pío. Entonces yo no vi más al hombre cabello oscuro. Algunos minutos después, el hombre se hundió en el suelo con sus piernas ensanchadas. En la silla en el confesionario, de pronto ya no vì al Padre Pío, y en su lugar vì a Jesús, pero, Jesús era rubio, joven y guapo y miró fijamente al hombre, quien tuvo por tumba al suelo. Entonces de nuevo logré ver al Padre Pío que surgió otra vez. Él volvió para tomar su asiento en su mismo lugar y su apariencia emergió de la de de Jesús. Ahora podía ver claramente al Padre Pío. Yo oí su voz inmediatamente: «¡Dense prisa!” ¡Nadie notó este acontecimiento! Todos continuamos de nuevo en lo que estábamos”.

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