EL OS ESPERA.

ntregaos por completo al Señor, Él os espera DADO A AGUSTIN DEL DIVINO CORAZON.
Agosto 3/09 (8:34 p. m.)
María Santísima dice:
Os amo, os amo mis hijos amados.
Abrid vuestros oídos a mi voz, abrid vuestro corazón en recibir cada una de mis palabras; palabras que os llevarán a un cambio en vuestras vidas, palabras que os llevarán a un renovar en vuestras acciones, palabras que henchirán vuestros corazones del Amor Santo porque mi Corazón Inmaculado palpita de amor por todos vosotros; mi Corazón Inmaculado tiene, aún, muchísimos espacios vacíos, algunos Aposentos no habitados por creatura humana. Venid vosotros, internaos en el espesor de este Vaso Purísimo y anegaos en mi amor, anegaos en mi pureza, anegaos en mi paz, anegaos y dejaos abrasar por la llama de mi Amor Santo.
Dejad ya las cosas del mundo; el mundo os aprisiona, el mundo os esclaviza, el mundo os subyuga, el mundo os va familiarizando con los demonios, el mundo os va familiarizando con las verdades, con las realidades que en las profundidades del averno se viven; dejad ya las cosas del mundo, reconoced que pertenecéis solamente a Dios. Fue Dios quien os creó a imagen y semejanza; debéis quitar de vuestro corazón todo pensamiento nefasto, toda palabra ociosa, toda palabra obscena; vuestro vocabulario, vuestras palabras deben ser palabras de amor, palabras de perdón; vuestras palabras deben ser palabras de adoración, alabanza, honor y gloria para el Rey de reyes y el Señor de señores que se halla presente, vivo en la Sagrada Hostia. Hostia que reside
en todos los Tabernáculos del mundo. Ya es el momento que abráis vuestros ojos a una realidad; realidad que os muestra signos, realidad que os muestra acontecimientos del final de los tiempos. Pero no queréis ver, queréis cerrar vuestros oídos a mi voz, desecháis cada uno de mis mensajes, los guardáis en las gavetas oxidadas de vuestros closets.
Llegó el momento, hijos míos, de que creáis de que muy próxima está la venida de mi Hijo Jesús.
Os llegó el momento de que os sacudáis, que de vuestros corazones salga todo ese polvo, toda esa maleza, toda esa carroña que os impide que la luz de Cristo penetre en vuestro interior.
Os llegó el momento de entregaros por completo al Señor.
Os llegó el momento de confesar vuestros pecados, de vivir un arrepentimiento verdadero, de enmendar vuestras faltas; faltas que os roban las Gracias del Señor; faltas que oscurecen vuestra alma y enmudecen vuestro espíritu, lo atan, lo coartan.
Os llegó el momento de que abráis vuestro corazón para que sea Jesús habitando en vuestro interior; corazón que debe permanecer limpio, corazón que debe permanecer perfumado con una buena confesión, corazón que debe permanecer apto para recibir a la pureza infinita, presente en la Sagrada Hostia.
Os amo hijos míos; y porque os amo, os llamo a que regreséis al Señor; el Señor os espera para abrazaros, el Señor os espera para perdonaros, el Señor os espera para quitaros los harapos de mendicidad, para quitaros los ropajes del pecado; el Señor os espera para revestiros con trajes de santidad, con trajes de gracia; gracias que os darán donaire, trajes que os harán esbeltos para los ojos del Señor y para los ojos de la Iglesia Triunfante.
Hijos míos; os llegó el momento de que os quitéis los zapatos enlodados de pecado, vuestros zapatos carcomidos por la mediocridad, carcomidos por el superficialismo y os calcéis nuevas sandalias; sandalias de humildad, sandalias de renuncia constante, sandalias de penitencia, sandalias de almas de oración, sandalias de suela desgastadas.
Os llamo, os llamo a que caminéis ligeros de equipaje. No os dejéis atar por las falacias del mundo; el mundo os ofrece falsos dioses; el mundo os ofrece platos suculentos que os indigestan, os enferman hijos míos.
Mi máxima preocupación, como Madre de la Iglesia, es
salvaros a todos, es mostraros los caminos angostos, los caminos pedregosos que os llevan al Reino de los Cielos.

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