LA VIDA NO MUERE.

LA VIDA NO MUERE. (JESUS) LA HIJA DEL SI A JESUS.

Jesús Amoroso
Mi bienamada, te hago escribir para que ayudes a los que no creen en la vida eterna. Sí, hija mía, muchos hijos piensan que no hay más vida después de la muerte. ¡Cómo se equivocan ellos, hija mía!

Hijos míos, después de su estancia en la tierra, la vida continúa. La vida no muere. Sólo su cuerpo queda sin vida hasta el fin del mundo. El alma es inmortal, ella no muere. Únicamente los hijos que hayan rechazado de vivir para el Amor no conocerán la vida eterna; ellos conocerán la muerte eterna.

El cuerpo, por el alma, es un miembro del Cuerpo Místico de mi santa Iglesia. Él no puede subsistir que por medio del alma que es la vida espiritual. El cuerpo está vivo por el alma. Si el alma no existiera, él tendría la vida para existir no más que como un pájaro: no pensarían, se moverían sólo por un tiempo, un tiempo muy corto. El Espíritu que vive en el hombre es un Espíritu divino. Es su divinidad. Él es como un futuro Dios. Ha sido concebido por Dios.

Mi Padre Celestial ha hecho al hombre a su imagen para que, por él, viva como un dios. Nada puede existir que si Dios, mi Padre Celestial, lo quiere. El hombre es su criatura, no un ser concebido por un átomo cualquiera que la naturaleza hace evolucionar con el tiempo.

¿Sería esa la vida de ustedes en la tierra? ¿En dónde, hijos míos, habrián podido obtener su sabiduría? Si ustedes creen que es en la evolución, entonces, díganme, ¿cómo es posible que sólo el hombre haya podido tener este saber y no las otras criaturas? ¿De dónde les vienen estos saberes que los ha enorgullecido tanto?

Esto es porque el Espíritu es concebido para la divinidad. Todo lo que ha sido creado por mí existe para colmarlos. La creación tiene su utilidad para el bien que ella procura al hombre. Es su cultura que les hace saber que todo lo que Dios ha creado está ahí para su bien. Es a ustedes de saber lo que es bien. Nadie es más sabio que el hombre. Él ha sido creado para dominar toda la naturaleza, toda criatura animal. Todo lo que ha sido hecho en la tierra ha sido hecho para que le sea agradable. Nadie lo puede sobrepasar. Dios lo quiso así para que sea dueño de todo lo que Dios ha hecho. Nadie puede estar por encima de Dios.

Ustedes, los hombres que piensan ser sabios por sus conocimientos, díganme, ¿de dónde viene su saber? Aún antes que ustedes existieran, ya estaba la tierra, los árboles, los cursos de aguas, las especies que vuelan, los animales de cuatro patas, los peces, ¡ellos fueron creados mucho antes que ustedes! Ellos, que fueron creados antes que ustedes, ¿cómo es que ellos no son superiores a ustedes?

No piensen que los monos sean de su raza. ¡Qué hipótesis tan equivocada! El mono es una criatura inferior a Dios; esta criatura es inferior a ustedes. Todas las criaturas, que sean éstas volátiles, vertebrados, cuadrúpedos, son inferiores al hombre. Estas criaturas, no pueden ser creadas a la imagen de Dios, pues sólo el hombre fue creado a la imagen de Dios.

Yo soy Jesús Hombre-Dios. Yo soy Dios, el Hijo de Dios vivo. Yo soy Jesús de Nazaret. Yo soy hombre. Yo desciendo de la línea de David. No, hijos míos, ¿cómo, ustedes que se piensan seres inteligentes, pueden pensar que son seres sin vida divina?

La tierra es una morada; ella contiene lo que es terrestre. El Cielo atrae lo que es divino como Dios. No creer en Dios, es no creer en la inteligencia humana. Ningún ser humano puede pretender ser lo que es sin pensar en la vida después de la muerte terrestre. El cuerpo solamente estará sin movimiento, sin reacción divina; él estará enterrado durante un tiempo de espera, para ser resucitado por la Divinidad. Dios es la Vida. Él es el Poder. Dios es la Divinidad. La vida divina salió de él para entrar en ustedes. Dios es el Conocimiento en todo. Él es la Substancia de toda vida. ¡Nadie puede pensar que Dios no tiene vida!

Todo lo que tiene vida alrededor de ustedes es substancia. Esto viene de Dios. Nosotros la hemos creado por nuestro único poder. Todo en nosotros es la fuerza. El poder de Dios mantiene la vida. Sin nosotros, no habría nada. Yo soy la Vida. Dios trinitario es la Vida. Mi soplo es movimiento de amor.

Hijos míos, si nosotros detenemos este movimiento de amor, no habría nada. Nosotros somos el único poder de vida eterna. Cuando uno de ustedes viene a la tierra, la vida sale de nosotros para dar la vida a este niño. Él es movimiento de nuestro amor.

Cuando nosotros creamos la tierra, concebimos las especies de vida por nuestro único poder. Si la vida que existe en la tierra viene de nosotros, es porque nosotros somos los autores. Todo lo que les rodea es vida por nosotros. Hijos míos, si ustedes miran a su alrededor, ustedes no verán más que la vida.

A la muerte de ustedes, sólo su cuerpo se reposará, para que la Divinidad con todo su poder le devuelva la vida: esa será la resurrección de la carne. La muerte del cuerpo no es la verdadera muerte. Es un momento de espera a fin de que su alma pueda purificarse, crecer, desarrollarse en Dios para volverse un ser divino y puro. ¡He aquí por lo que nacieron.

Necesitaban un cuerpo, hijos míos, sobre la tierra. Su cuerpo es el templo de su alma. Ustedes deben vivir en ese cuerpo para dirigirse hacia la vida eterna. Estas son las buenas acciones que los hacen avanzar hacia la vida eterna. Sólo nosotros, Dios trinitario, que derramamos en ustedes las gracias, que los vuelven buenos. Vivir en la tierra les es necesario para purificarse. Solamente Dios Hijo, por su Sangre Preciosa, los pudo salvar. Ustedes son nuestros. La vida en la tierra viene de nosotros. Todo es nuestro.

En la tierra, hay la materia y la vida divina. La vida está en ustedes, ella no es aparente. La verdadera vida, es ella, no la materia. Volverse seres divinos, es el por qué de la venida a este mundo. La muerte terrestre es una etapa normal que es necesaria pasar para penetrar en la vida divina. Su alma se separa del cuerpo. Su cuerpo conoce un tiempo de espera en un reposo terrestre. El alma en cuanto a ella, continúa su vida divina. Es ella que va a conocer la eternidad, si ustedes así lo quieren. Solos los que quieren vivir en Dios tendrán la vida eterna. Todo está encada uno de ustedes. La vida está en ustedes.

Después que termine su estancia en la tierra, ustedes tendrán que elegir si quieren vivir en Dios o vivir lejos de él. Entonces su elección será eterna. Si ustedes quieren la vida eterna, deberán decir sí a Jesús porque solo los que dirán sí a Dios vivirán en una dicha sin final. Pero los que dirán no a Dios rechazarán la vida eterna. Son ellos que rechazarán la vida, porque la vida les ha sido dada por Dios. Si ellos rechazan a Dios, irán hacia la muerte.

Sí, hijos míos, la vida continuará para los que dirán sí y otra seguirá para los otros que dirán no a Dios. Su vida se cambiará por una muerte eterna. El alma tendrá el martirio de no poder ver a su Dios. Ella agonizará en los sufrimientos inimaginables para conocer una muerte eterna en los sufrimientos sin final. Es hacia el infierno que irán ellos, en ese lugar en que nadie quiere vivir, en donde la angustia no se terminará jamás y en donde el dolor será eterno.

No se dejen engañar por aquellos que no creen en la vida después de la muerte. Es falso decir que ustedes van a ser enterrados o incinerados para no ser más que cenizas y desaparecer para siempre. Este es un error horroroso, porque cuando se presenten ante Dios, no estarán listos y tomarán el riesgo de elegir la terrible muerte que es eterna. Hijos míos, cuídense de estos insensatos, ellos los engañan.

Vean a los que dicen sí a la vida: Son los que han dicho sí al Amor. Yo soy la Vida, la Verdad, el Camino. Soy yo que los conduciré a la vida eterna. Yo los amo, hijos míos. Jesús Amor los ama. Yo te amo, mi querida hija. Te bendigo, hija mía. Amén.


Fuente: Amor para todos los míos, Jesús Volumen 2, mensaje n° 150, 16 de junio 2001. Por La hija del sí a Jesús, Les Éditions FJ Libro editado (en francés) en Sherbrooke, Canadá, versión traducida al español por Sabino y Sulema Alas.

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