AGRADECER A DIOS TODO.

Ene 11_02 Agradecer a Dios. Imprimir E-Mail

Mensaje.

Mensaje de la Santísima Virgen María a J.V.

 

Habla la Santísima Virgen María,
Sobre: Agradecer a Dios.
Hijitos Míos, es menester que agradezcáis a vuestro Dios, todo lo que obtenéis en vuestra vida; al así hacerlo, estáis reconociendo que las cosas no suceden por casualidad y que todo viene de vuestro Dios.

Sí, hijitos Míos, yo, como Madre vuestra, os instruyo sobre este detalle tan bello que debéis tener para con vuestro Dios en todo momento.

Si supieráis cómo Él piensa y vela por vosotros en cada momento de vuestra vida, os asombraríais, porque no estáis acostumbrados a que alguien os dé tanto amor como Él os lo dá.

Una gran mayoría de vosotros le da el crédito de sus gozos, éxitos, trabajo, salud, etc., a la casualidad, a la suerte o a la fortuna. ¡NO!, Mís pequeños, es vuestro Padre Dios el que os provee de todo lo que necesitáis en todo momento. Ya lo dicen las Escrituras, Dios derrama Sus Dones, Su lluvia, Su pan sobre buenos y malos, o sea, ¡sobre todos vosotros, que sois sus hijos!

El ser agradecido siempre os va a atraer muchos bienes. Si a nivel humano tenéis como educado al que sabe agradecer por algo, imaginaos cómo debéis ser con vuestro Padre Dios.

Vuestro Padre no espera el agradecimiento de parte de cada uno de vosotros sólo por simple educación, sino por algo más importante, que sepáis hijos de un Dios que os ama hasta el extremo y que, al reconocer esto, de corazón, os dirijáis a Él con amor, con confianza, con familiaridad y así en la sencillez, en la humildad, Le agradezcáis muchísimo porque LO AMAIS.

Cuando vosotros recibís un favor de parte de alguno de vuestro hermanos, si sois agradecidos, le manifestáis vuestro agradecimiento por lo que recibisteis de él, aunque no necesariamente le améis, porque quizá no le conozcáis; pero eso no debe suceder con vuestro Dios, hijitos Míos, ¡es vuestro Padre!, ¡Padre de todo el género humano! Y si Él os da tanto y os ama tanto, lo menos que debéis hacer, es el reconocerLo como vuestro Padre y agradecerLe como Padre; no es un ser extraño, habita en vuestro corazón y en vosotros está el que Lo dejéis vivir perfectamente, ahí en lo profundo de vuestro ser.

Sí, a veces sucede en vuestra vida que obtenéis cosas que ni os imaginabais obtener en un determinado momento de mayor necesidad; vosotros, entonces, habláis de suerte o de casualidad, pero ¿en dónde dejáis los cuidados y la Providencia Divina de vuestro Dios?

Aprended, Mís pequeños, a observar todo lo que sucede a vuestro alrededor todos los días. ¿No os levantáis bien tapaditos y calientitos de una camita que se encuentra bajo un techo que os protege de las inclemencias del tiempo? ¿No tenéis acaso salud en vuestros ojos, oídos, manos, pies, en todo vuestro cuerpo, el cual os ayuda a hacer muchas cosas? ¿No tenéis acaso la oportunidad, los que así lo buscáis, de poder tomar el Cuerpo Divino de Mí Hijo, a diario, en la Santa Misa? ¿No tenéis acaso un automóvil o un medio de transporte para ir seguros de un lado a otro? ¿No tenéis acaso la facilidad de un teléfono para comunicaros con vuestros seres queridos o con los que queráis entrar en contacto para resolver vuestras necesidades? ¿No tenéis acaso caminos, carreteras, vías aéreas que os hacen la vida más fácil y descansada? ¿No tenéis acaso gas en vuestra estufa y en vuestro calentador, y agua en vuestras llaves para el uso general en vuestro hogar y con ellos os evitáis el cargar leña o el acarrear agua a vuestro hogar? ¿No tenéis acaso tiendas en donde acudir para comprar lo indispensable para comer y tapar vuestro cuerpo y el de los vuestros?

Hijitos Míos, la lista sería interminable de todo lo que a diario usáis para vuestra vida, para vosotros mismos y para los vuestros. Estas son las cosas que alcanzáis a ver y de las que os dais cuenta, pero a nivel espiritual suceden tantas o más cosas que vuestro Padre otorga a vuestra alma y que la gran mayoría de vosotros no apreciáis por vuestra falta de fe, de oración y de vida profunda con vuestro Dios.

Todo esto que sucede para vuestro cuerpo y para vuestra alma NO es obra de la casualidad, de la suerte ni de la fortuna, porque ellas no saben lo que cada uno de vosotros necesita en lo material y en lo espiritual.

Por favor, Mís pequeños, no le deis crédito al que no lo tiene. Vuestro Dios es vuestro Padre, quien os ama infinitamente y Él es el que realmente está viendo por cada uno de vosotros y de vuestras necesidades.  Él a través de la Naturaleza, le da al mundo entero lo necesario para subsistir sin problemas durante vuestra vida terrena y todo lo que la Naturaleza os da, DEBE repartirse como verdaderos hermanos para que a nadie le falte, lo que como ser humano debe tener. Desgraciadamente el maligno, afectando el amor en algunos de vuestros hermanos, es el que provoca la falta, hasta de lo más esencial, en algunos de los habitantes de varios pueblos de la tierra.

El error es del hombre, no de vuestro Dios, porque la Naturaleza, que está bajo la orden de vuestro Dios, os da de sobra, pero son los hombres malos los que no reparten sus bienes o los limitan a algunos de vosotros.

Sed agradecidos en todo momento. Hay tanto que agradecer a vuestro Dios y Él está esperando vuestras palabritas sencillas, sinceras y amorosas salidas de vuestro corazón.

Yo os bendigo en Nombre de Nuestro Padre Dios, en el Nombre de Mí Hijo Jesucristo, en el Nombre de Mí Santo Esposo y en Mí Nombre, vuestra Madre Santísima, María.