PARA QUE EL MATRIMONIO.?¿

Ago 28_01 El fruto que el hombre y la mujer deben dar como matrimonio. Imprimir E-Mail

Mensaje.

Mensaje de Dios Padre a J. V.

 

Habla Dios Padre,
Hijitos Míos, Yo Soy vuestro Dios, Yo Soy el Creador de todo cuanto existe y todo lo creado se encuentra bajo Mis Leyes, leyes que son inmutables y eternas.

Cada creatura creada tiene una función específica, en el Mundo y en el Universo. Cada alma creada, también tiene una función específica, ya sea que baje a la Tierra ó se quede acá en el Cielo, pero todas tienen una razón de ser, Yo no creo algo que no tenga ninguna razón de ser, todo tiene un fin específico. La vida del hombre fue creada para dar fruto y ése fruto, en la Tierra, debe ser fruto de salvación y redención.

Ahora os quiero hablar del fruto que el hombre y la mujer deben dar como matrimonio. Yo os creé hombre y mujer en lo físico mas no en lo espiritual, las almas no tienen sexo y el sexo sólo se os dió, como seres humanos, en vuestra envoltura corporal, para la procreación.

Como ya os he explicado, este acto de procreación, es un acto sublime que Yo, vuestro Dios, concedo a la creatura para que Me ayude en la transmisión de Mi Vida sobre la Tierra. La Vida, Mi Vida, la cuál debe existir perfectamente en vuestra alma, es la que debe transmitirse para levantar al género humano del pecado al cual cayó.

Cuando un alma con cuerpo, de hombre se une en matrimonio a un alma con cuerpo de mujer, se complementan en lo físico y en lo espiritual y reciben una bendición muy especial de Mi parte, la de ser co-procreadores Conmigo y transmisores de Mi Vida espiritual a vuestros «hijos”, hijos que son realmente Míos y hermanitos vuestros. Por ello os dije: «El hombre y la mujer dejarán su casa, se unirán y harán una sola cosa CONMIGO».
Es muy importante, Mis pequeños, que entendáis ésto muy bien. Lo que quiero decir, al dejar su casa, es el de dejar vuestros personales deseos, vuestras personales metas y, a partir del matrimonio, vuestra única meta, vuestros únicos deseos, han de ser los míos.

Ya no deberéis ver por lo propio solamente, ahora veréis por lo que vuestra esposa necesita ó por lo que vuestro esposo necesite, en lo espiritual, en lo físico y en lo material, para que unidos en un mismo fin, en un mismo querer, Me deis los hijos, que son el fruto, de vuestra bendecida unión, para que Yo pueda proseguir con Mi Obra sobre la Tierra.

Los principales problemas que se dan a nivel matrimonial son debidos a vuestro egoísmo y no os hablo solamente del egoísmo que se dá entre vosotros, como matrimonio y como familia, sino del que es más grave y que es el que tenéis hacia Mí, vuestro Dios.

En la gran mayoría de los matrimonios empezáis por veros a vosotros mismos. Buscáis primero vuestra comodidad y para ello buscáis el proveeros, a veces, de posesiones exageradas. Queréis primero tener “una cuenta bancaria copiosa”. Luego os interesa pasearos, divertiros “a lo grande” y ya, cuando os habéis aburrido, es cuando pensáis en la función primordial del matrimonio, la procreación, a la cual, en la mayoría de los casos, la relegáis, a lo último ó la evitáis.

El egoísmo en el corazón del hombre y de la mujer cada vez se hace más patente. Se os olvida que vinisteis a servirMe, ya solteros, ya casados, pero al uniros en matrimonio no os apartáis de vuestro egoísmo y deseáis seguir siendo consentidos por la pareja, se pelean porque no se dan suficientes cosas ó suficiente «amor” y terminan separándose.

¡Necios, nuevamente! Se os, olvida tan fácilmente que ésta nueva forma de vida es para olvidarse de sí mismos, desaparecer para sí mismos y para darse a su Dios en totalidad.

La vida matrimonial debe ser un pequeño cielo en la Tierra». Debe ser un pequeño tabernáculo en donde se Me adore, donde se Me busque, donde se Me platique con Fé y confianza de todas vuestras cositas.

La vida matrimonial debe ser escuela de virtud y de amor. Virtudes que primero los padres deben vivir para que luego las puedan transmitir con el ejemplo a sus pequeños.

La vida matrimonial debe ser una antesala del Cielo, en dónde Mi Amor os de la fuerza y os una en una sola cosa Conmigo.

En vez de todo ésto, por causa de vuestro egoísmo, habéis hecho de la vida matrimonial, un campo de batalla, en donde cada quién trata de sobresalir y de aplastar al otro. Ya no desean crecer juntos, se vuelve una carrera desenfrenada para mostrarse su superioridad y asíhumillar al esposo ó a la esposa. Ahora la mujer, sabiéndose con capacidades, deja el hogar para ponerse a trabajar y si llega a ganar más que el esposo lo humilla fuertemente y hasta se siente con poder, en su tonta soberbia, de dejar ése hogar porque “se merece algo mejor”.

El hombre también, al ganar mucho dinero, empieza a llenarse de bienes superfluos y uno de ellos son otras mujeres. Se siente con posibilidades y derechos de «comprar,» otra u otras mujeres, sin respetar ya a la que quedó bendecida por Mí en su acto matrimonial.

Es vuestro egoísmo, vuestra soberbia, vuestro yo, el que os vence debido a que pronto perdéis la verdadera razón de vuestra vida matrimonial, la de servirMe a Mí, vuestro Dios. Lo mundano, lo material, os vencen rápidamente y creéis que ésa es vuestra función en la vida. No es la cantidad de dinero y las posesiones los que hacen a un alma digna de Mí y de Mi Reino, sino el olvido de uno mismo y el deseo de llevar a cabo vuestra misión lo mejor posible, misión que ya no va a ser personal, sino de conjunto, en donde Yo seré el Primero en vuestro hogar y luego vosotros esposos, unidos en un solo sentimiento, educar a vuestros hijos en Mi Amor y entregármelos a Mi servicio.

Os quejáis de vuestro Mundo, de la corrupción que hay en él a todos niveles, pero vuestra soberbia no os permite abrir los ojos a la realidad, no os percatáis, por vuestra soberbia, de que sois copartícipes, de que sois cómplices del mal que existe en el Mundo.

Vuestra soberbia y vuestra necedad no ospermiten alcanzar la humildad necesaria para olvidaros, de vosotros mismos y daros por completo a vuestro Dios, sirviendo a vuestros hermanos. Ya no os queréis complementar, queréis seguir siendo vosotros mismos, dos cabezas en un solo hogar. Bajo éstas condiciones, ni uno ni otro deben ser cabeza, Yo, vuestro Dios, debo guiar los corazones, debo guiar vuestras decisiones, debo guiar la vida de los Míos.

Nuevamente os repito, venís a la Tierra, a servirMe, a Mí, vuestro Dios y todos vosotros debéis acatar Mis Leyes y Preceptos,  que_son leyes y preceptos de Amor, pero vosotros queréis seguir haciendo vida de odio, de egoísmo, de muerte espiritual. Ya no Me hacéis vivir en vuestro corazón y, por lo tanto, no podéis formar matrimonios en donde vuestra finalidad sea la de conocerMe mejor y la de hacer vida Conmigo. Ya no os interesa procrear para cumplir con vuestra función matrimonial y si llegáis a tener hijos ya no os importa enseñarles a amarMe, a amar a su Padre Dios.

Esto no es lo que Yo deseo de la vida del matrimonio. Estáis pisoteando este santo sacramento. Ya no se vive Mi Amor, entre vosotros, porque no Me buscáis y ésta que debiera ser la primera escuela de amor, se ha vuelto escuela de odio, pleito y destrucción. Este es el ejemplo que ahora dais a Mis pequeños en vuestro “hogar”.

Mi Corazón se llena de tristeza porque vuestro Mundo va perdiendo y olvidando las Enseñanzas de Mi Hijo, que son las Mías. Si vosotros no recapacitáis, vuestro Mundo se volverá vuestro más grande enemigo, porque habéis alimentado al mal desde vuestro hogar y luego lo dejáis salir a calle.

Un hijo no puede dar otra cosa más que lo que vivió dentro de su hogar.

No Me culpéis a Mí de lo que sucede a vuestro alrededor. Quitaos la venda de la soberbia y del egoísmo que cubre vuestros ojos y veréis que lo que vivisteis y enseñasteis en vuestro «hogar», ahora se ha vuelto en contra vuestra y os está atacando. Recapacitad y poned fin a vuestra maldad y a vuestro error que vivís en vuestro hogar y que se vuelve mal ejemplo para Mis pequeños.

Yo os Bendigo en Mi Santo Nombre, en el de Mi Hijo y en el del Amor de  Mí Santo Espíritu.

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