no es mucho lo que te pido

🎧 Audio 90

📘 Libro I Un alma en Cristo

1 de mayo de 1986

En oración en mi habitación. Había discutido con una persona. Me costaba trabajo perdonar. He rezado el Santo Rosario y he entendido lo que mi amado quiere de mí: debo no sólo perdonar, sino amar. Le he prometido hacerlo aunque me cuesta mucho y sé que volveré a caer. Él me dice:

𝗣𝗲𝗿𝗱𝗼𝗻𝗮, 𝗵𝗶𝗷𝗮 𝗺í𝗮, 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗬𝗼 𝘁𝗲 𝗽𝗲𝗿𝗱𝗼𝗻𝗼. ¿Cómo, si no, podrías presentarte en su día delante de Mí? 𝗬𝗼, 𝗝𝗲𝘀ú𝘀, 𝗻𝗼 𝘀ó𝗹𝗼 𝗽𝗲𝗿𝗱𝗼𝗻𝗼 𝘀𝗶𝗻𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗮𝗺𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝗹𝗼𝗰𝘂𝗿𝗮 𝘆 𝗽𝗶𝗱𝗼 𝗹𝗼 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗼 𝗱𝗲 𝗺𝗶𝘀 𝗵𝗶𝗷𝗼𝘀.

El perdón llena el alma de paz y de una inmensa dulzura. El amor sube entonces a nuestra garganta, se posa en nuestros labios y pronunciamos un «𝘁𝗲 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗼». Con estas palabras se dulcifica nuestro rostro y nuestro amigo o enemigo se sorprende, adoptando él también una nueva actitud.

𝗬𝗼, 𝗝𝗲𝘀ú𝘀, 𝗲𝘅𝗶𝗷𝗼 𝗮 𝗺𝗶𝘀 𝗵𝗶𝗷𝗼𝘀, 𝗮 𝘁𝗼𝗱𝗼𝘀 𝗮𝗾𝘂𝗲𝗹𝗹𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗺𝗲 𝘀𝗶𝗴𝗮𝗻:
𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶𝗱 𝗺𝗶 𝗲𝗷𝗲𝗺𝗽𝗹𝗼,𝗮𝗺𝗮𝗼𝘀 𝗹𝗼𝘀 𝘂𝗻𝗼𝘀 𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗼𝘁𝗿𝗼𝘀, 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗬𝗼 𝗼𝘀 𝗮𝗺𝗼; 𝗽𝗲𝗿𝗱𝗼𝗻𝗮𝗱, 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗬𝗼 𝗼𝘀 𝗽𝗲𝗿𝗱𝗼𝗻𝗼; 𝗮𝗺𝗮𝗱 𝗮𝗹 𝗣𝗮𝗱𝗿𝗲 𝗖𝗲𝗹𝗲𝘀𝘁𝗶𝗮𝗹, 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗬𝗼 𝗹𝗲 𝗮𝗺𝗼; 𝗱𝗮𝗼𝘀 𝗮 𝘃𝗼𝘀𝗼𝘁𝗿𝗼𝘀 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗼𝘀 𝘀𝗶𝗻 𝘀𝗲𝗻𝘁𝗶𝗿 𝗱𝗼𝗹𝗼𝗿 𝗲𝗻 𝘃𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗿𝗮𝘇𝗼𝗻𝗲𝘀.
𝗠𝗶𝗿𝗮𝗱 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝗮 𝘃𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼 𝗮𝗺𝗮𝗱𝗼 𝗰𝗿𝘂𝗰𝗶𝗳𝗶𝗰𝗮𝗱𝗼 𝗽𝗼𝗿 𝗹𝗼𝘀 𝗵𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲𝘀 𝘆 𝗾𝘂𝗲, 𝗮ú𝗻 𝗮𝘀í, 𝗼𝘀 𝘀𝗶𝗴𝘂𝗲 𝗮𝗺𝗮𝗻𝗱𝗼 𝘆 𝗽𝗲𝗿𝗱𝗼𝗻𝗮𝗻𝗱𝗼.

Hija mía, al verte tan enfadada no puedo menos que sonreír. Mi pequeña sufre por pequeñeces; su carácter impulsivo y violento la domina y pierde su compostura. Luego te veo a mis pies pidiendo perdón, cuando sabes que Yo te he perdonado ya antes de que me lo pidas. Sé cuánto cuesta a mi pequeña sostenerse, y, por eso, sonrío. Espero que vengas a Mí y me digas: «He caído otra vez, perdón, Padre». y Yo te cojo entonces con ternura y con amor infinito y te digo: «Hija mía». Haz tú lo mismo con los demás; es la mejor forma de agradarme y de corresponder a mi amor por ti.
𝗧ú, 𝗾𝘂𝗲 𝗿𝗲𝗰𝗶𝗯𝗲𝘀 𝘁𝗮𝗻𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗠í, 𝗱𝗲𝗯𝗲𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗲𝗿 𝗺𝗲𝗷𝗼𝗿 𝗮 𝘁𝘂𝘀 𝗵𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻𝗼𝘀; 𝘁ú, 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝗻𝘁𝗶𝗲𝗻𝗱𝗲𝘀 𝗺𝗶 𝗮𝗺𝗼𝗿, 𝗱𝗲𝗯𝗲𝘀 𝗮𝗺𝗮𝗿𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗿𝗼𝗰𝘂𝗿𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗿 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗬𝗼 𝗵𝗮𝗴𝗼 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗶𝗴𝗼.
Tú, a quien Yo mimo, debes mimar;
tú, a quien Yo comprendo, debes comprender;
tú, a quien Yo elevo por mi amor, debes elevar por tu amor a los demás;
tú, que nada eres, eres elevada por mi 𝗔mor… ¡eleva tú a los demás por el tuyo!
𝗔 𝘁𝗶 𝘁𝗲 𝗵𝗲 𝗱𝗮𝗱𝗼 𝘁𝗼𝗱𝗼 𝗹𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗼𝘆 𝗵𝗮𝘀𝘁𝗮 𝗺𝗼𝗿𝗶𝗿 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗖𝗿𝘂𝘇, 𝗲𝗻𝘁𝗿é𝗴𝗮𝘁𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗺𝗶𝗴𝗼 𝗲𝗻 𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗮 𝗖𝗿𝘂𝘇 𝘆 𝗺𝘂𝗲𝗿𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗺𝗶𝗴𝗼 𝗲𝗻 𝗳𝗮𝘃𝗼𝗿 𝗱𝗲 𝘁𝘂𝘀 𝗵𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻𝗼𝘀, 𝗱𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗵𝗮𝘀𝘁𝗮 𝗹𝗮 ú𝗹𝘁𝗶𝗺𝗮 𝗴𝗼𝘁𝗮 𝗱𝗲 𝘁𝘂 𝘀𝗮𝗻𝗴𝗿𝗲 𝗽𝗼𝗿 𝘁𝗼𝗱𝗼𝘀 𝗹𝗼𝘀 𝗵𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲𝘀.
Ú𝗻𝗲𝘁𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗺𝗶𝗴𝗼 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗖𝗿𝘂𝘇 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗿𝗲𝘀𝘂𝗰𝗶𝘁𝗮𝗿 𝗰𝗼𝗻𝗺𝗶𝗴𝗼 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗴𝗹𝗼𝗿𝗶𝗮 𝘆 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗿 𝗲𝘁𝗲𝗿𝗻𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗷𝘂𝗻𝘁𝗼 𝗮𝗹 𝗣𝗮𝗱𝗿𝗲.

Piensa, hija mía, que no es mucho lo que te pido: Yo me doy a mí mismo y exijo que tú des de tu parte. Porque recibes mucho: recibes a tu Creador, que vive en ti y tú vives en mi divino Corazón. ¡Á𝗻𝗶𝗺𝗼, 𝗵𝗶𝗷𝗮 𝗺í𝗮! 𝗦𝗼𝗻𝗿í𝗲 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗠í, á𝗺𝗮𝗺𝗲 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗬𝗼 𝘁𝗲 𝗮𝗺𝗼, 𝗻𝗼 𝗿𝗲𝗴𝗮𝘁𝗲𝗲𝘀 𝗮 𝘁𝘂 𝗗𝗶𝗼𝘀 𝗲𝗹 𝘀𝗮𝗰𝗿𝗶𝗳𝗶𝗰𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝘁𝘂 𝘁𝗼𝘁𝗮𝗹 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲𝗴𝗮. Yo lo espero: es el sacrificio de mi pequeña flor, flor de colores alegres que alegran a tu Dios en su tristeza de ver a tantos que no le aman.

𝑮𝒓𝒖𝒑𝒐 𝑴𝒂𝒓í𝒂 𝑨𝒖𝒙𝒊𝒍𝒊𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 (1986). 𝑼𝒏 𝒂𝒍𝒎𝒂 𝒆𝒏 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒐. 𝑳𝒊𝒃𝒓𝒐 𝑰

Deja un comentario