SEÑOR Y DIOS MIO.

¡Señor mío y Dios mío!
Al estrecharte en mi miserable corazón durante la sagrada comunión, me ha parecido oírte muy claro: «Hija mía, yo soy el pequeño de Belén, el adolescente de Nazaret, el querido de Betania, el Amor del Cenáculo, el triste de Getsemaní, la victima del Calvario, la Resurrección misma, soy tu Dios». ¡Oh, Jesús mío, cuán encantador eres!Beata María de San José

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