¡Jesús, ven, El Viviente ven!
¡Oh Emmanuel, perdóname!
Toma mi debilidad en Tu Fortaleza,
toma mi sequía en Tu Fuente,
toma mi alma en Tus Manos.
Fuente Perpetua de Amor,
consume cada fibra de mi corazón para amar,
para alabar y declarar Tu Nombre sublime.
Haz que mi espíritu tenga sed de mi Creador,
para que este polvo, que Tú has moldeado
en Tu niña, se vuelva una vívida llama
de amor, porque Tú tienes el
poder sobre la vida y la muerte.
Tu mirada tiene el poder de fundir el hierro;
Tu Celoso Amor, el de hacer
que mi vida sea vista como locura
por los sabios. Así pues, saca Tu flecha
de nuevo y dispara a Tu blanco preferido”.
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